Partido Revolucionario de los Trabajadores
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LA OPT HACIA EL 2018.
Edgard Sánchez.
El elemento central de la situación actual es la crisis del régimen político y no particularmente el proceso electoral del 2018. La coyuntura política no se define siempre como coyuntura electoral como gustan hacer ciertos analistas políticos. El proceso electoral del 2018 se enmarca en la crisis del régimen y no al revés.
La definición de la política de la OPT debe ser en función de la crisis política del régimen y no como la definición de una política o táctica electoral. Es decir, ahora más que nunca, debe ser parte de una perspectiva estratégica.
Hay una crisis de legitimidad del régimen político, de sus instituciones políticos electorales y partidos políticos del sistema como nunca antes. El gobierno de Peña Nieto desde el 2012 ha estado marcado por esta crisis. Durante el sexenio han ocurrido varios momentos críticos de esta crisis que apuntan al fin del régimen. En el propio 2012, la lucha contra la imposición empujada por el gran movimiento del #yosoy132 que se oponía al regreso del PRI. Después, en 2014 con el surgimiento del movimiento en solidaridad con los 43 de Ayotzinapa y sus consignas de “Fue el Estado” y “Fuera Peña”. En 2015-2016 con el movimiento magisterial contra la llamada reforma educativa y los 150 días de paro magisterial, así como el rechazo, expresado en abstenciones, votos nulos, boicot y votos de castigo, durante las elecciones del 2015 y 2016. En enero del 2017 con la lucha contra el “gasolinazo” y el resurgimiento de la consigna “Fuera Peña”. Si la caída del régimen político en crisis no ha ocurrido en el marco del “Fuera Peña”, ha sido más bien por debilidad del movimiento, de falta de unidad en torno a una perspectiva política de lucha contra el régimen y por la lucha en paralelo contra cada una de las reformas neoliberales.
La crisis actual está profundizada por la llegada de Trump al gobierno de EU y el cuestionamiento desde el poder imperialista de las políticas seguidas por los gobiernos neoliberales, tanto del PRI, como del PAN, en obediencia a los dictados previos del imperialismo yanqui. Entre esas políticas, la joya de la corona neoliberal: el TLC. Sin brújula y acostumbrados a seguir ciegamente los dictados imperialistas, el bloque neoliberal PRI y PAN (y ahora de cómplice segundón, el PRD) se dan de codazos para ver quién es más lacayo ante Trump para conseguir su apoyo y seguir encargados del gobierno en México. El gobierno de Peña y su canciller Videgaray, se arrastran ante Washington sirviendo como instrumentos en la OEA contra Venezuela justificando y promoviendo la intervención golpista para mostrarse también como los mejores continuadores de la política imperialista en México.
Los pleitos, golpes bajos y disputas entre los diversos partidos (PRI, PAN, PRD) para definir sus candidatos presidenciales son expresión de la crisis política, de sus proyectos y de la falta de legitimidad, al mismo tiempo que expresión de la división en el seno de la burguesía sobre el camino a seguir. La división de la burguesía se expresa también con la incesante llegada de personajes del antiguo régimen (del PRI, PAN, PRD y sectores empresariales) a Morena. Ante la falta de credibilidad del PRI, PAN y PRD, algunos sectores de la burguesía ubican a Morena como la alternativa para salvar al sistema en crisis y asegurar su continuidad. La política de AMLO que conduce a Morena bajo la línea de la transición pactada, lo que llama “transición pacífica”, queriendo subordinar a los movimientos en lucha al voto por Morena en 2018, el ofrecimiento de perdón, amnistía, a los criminales de la mafia del poder, si se arrepienten y se unen a Morena y el encargo del programa de gobierno a los nuevos redactores, tipo el empresario regiomontano Alfonso Romo y el presidente de Fundación Azteca, Esteban Moctezuma, a diferencia de los intelectuales de izquierda autores del anterior programa (en otro nivel es expresión de lo anterior la incorporación de Claudio Korrodi, promotor financiero de los “Amigos de Fox”).
En ese contexto de crisis del régimen es que se ubica la elección federal de 2018 como un intento del sistema de evitar una nueva explosión de esta crisis y un intento de relegitimar las instituciones político electorales. Este intento de relegitimar las instituciones político electorales pretendería superar la crisis del régimen arrastrada y creciendo durante todo el sexenio de Peña Nieto, para un nuevo reacomodo –no claro todavía- que permitiera la continuación del sistema. Es en este contexto que la campaña de Morena, ante el desprestigio de los otros partidos del régimen, juega un papel relevante en la perspectiva de relegitimar las instituciones en el momento de mayor crisis del régimen y asegurar su continuidad.
Para la OPT, ubicada en la perspectiva de construir un partido de la clase trabajadora y del pueblo, con una orientación anticapitalista y socialista revolucionaria, la discusión para el 2018 no puede ser simplemente de hacer un balance sobre las varias “alternativas” electorales, la “seriedad” de algunas organizaciones que apoyan alternativas como las de Morena, ubicar por cuál vía podríamos avanzar más territorial y electoralmente para el futuro y una siguiente campaña electoral. Lo anterior sería suponer que estamos frente a una elección “normal”, rutinaria en el marco de una democracia electoral y no entender que estamos frente a la crisis del régimen más profunda de los últimos tiempo y que esta elección pretende relegitimar al régimen en crisis y volver al descontento y la rabia existentes en la sociedad a la vía institucional, electoral, cuando no hay en el marco del sistema actual de partidos, alternativas radicales, de fondo, de superación del régimen actual.
Por eso decimos que no se trata de definir una campaña electoral más, sino una línea política para incidir en la crisis del régimen. En consecuencia, no se trata de seguir una línea institucionalista, como la que propone Morena, para canalizar el descontento a las elecciones que relegitimen las decadentes instituciones. Se trata más bien de definir una línea política que profundice la crisis del régimen, no que lo relegitime y que abra la puerta, por tanto, al fin de este sistema político electoral.
Apoyar la candidatura de Marichuy vocera del CIG.
Es en este contexto que la propuesta del EZLN al CNI de constituir un Concejo de Gobierno Indígena (CIG) y de designar una vocera que se presente como candidata independiente para las elecciones presidenciales de 2018 es relevante. Es importante porque la designación de la compañera Marichuy como la vocera del CIG que se presente como candidata independiente es representativa, en términos de clase, de los sectores más explotados y oprimidos en la sociedad: indígena y mujer. Pero no es importante solamente porque sea una propuesta clasista en una campaña electoral frente al resto de candidaturas burguesas. Es importante en el marco de la crisis del régimen que hemos descrito porque se trata de una candidatura antisistema. Es decir, no se trata de una campaña electoral más en el marco del sistema en crisis, sino de una campaña política contra el sistema. Como ha dicho Marichuy, el objetivo no es ganar votos, hacer supuesta competencia electoral con otras candidaturas en el marco de un sistema fraudulento y corrupto, sino de hacer una campaña de organización y lucha, en una lógica anticapitalista.
Proponemos buscar un acuerdo con el CIG y su vocera para hacer una campaña conjunta, como la han anunciado. No en función de cálculos electorales, sino de una perspectiva política de lucha contra el régimen actual.
No sabemos si es posible un acuerdo como el que proponemos al CIG, que implica eso, un acuerdo, alianza o frente de diversas fuerzas anticapitalistas. Para la OPT no se trata simplemente de sumarnos a la campaña del CIG, sino de proponer un frente anticapitalista entre nosotros y abierto a otras fuerzas interesadas en esta línea política. Por eso es que lo primero que buscamos es un acuerdo, un frente anticapitalista. Nos parece muy apropiada la candidatura de una mujer indígena con una perspectiva anticapitalista. Pensamos que para ello sería conveniente que hubiera un programa anticapitalista que además de incluir las demandas de luchas de las comunidades, pueblos indígenas y originarios en resistencia contra la devastación capitalista, las empresas mineras y en general los derechos de los pueblos indígenas permanentemente negados, incluya también otras demandas de los trabajadores, maestros, campesinos y del pueblo en lucha contra las reformas neoliberales, así como las luchas de las mujeres contra el feminicidio y otras formas de violencia, y en general contra la violencia que recorre todo el país con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico, con su terrible secuela de desapariciones y ejecuciones. Caso particular por supuesto es la lucha por la presentación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos desde septiembre de 2014. Pensamos que es posible un programa anticapitalista, aunque haya diferencias sobre el tema del poder, entendiendo que se trata de un frente entre corrientes que se definen como autonomistas y que no luchan por el poder y corrientes como la nuestra que definiéndose socialistas se proponen la lucha por el poder en una perspectiva proletaria. Saber si es posible un acuerdo de esta naturaleza implica la necesidad de un diálogo a la brevedad posible.
Con acuerdo o sin acuerdo, podemos pronunciarnos a favor de una candidatura como la de Marichuy, tanto para ayudar a conseguir las firmas que la inscriban como candidata independiente, como ya en la campaña para llamar a votar por ella como la vocera de una campaña antisistema y anticapitalista.
Presentar también nuestras propias candidaturas
Para nosotros se trata también de la oportunidad de presentar una alternativa nacional, alrededor de un polo proletario y popular, anticapitalista y antisistema, por lo que aunque tuviéramos o no acuerdo nacional con el CIG y su vocera, deberíamos lanzar nuestras propias candidaturas, también con el formato de “independientes”, en tantas ciudades, estados o distritos donde podamos o nos convenga para mostrar a la OPT como una referencia política en el marco de la crisis de los partidos institucionales y del sistema político electoral mismo.
El nuevo formato legal de “candidaturas independientes” no representa el mejor modelo de participación política y electoral. Es parte de la ideología neoliberal que exalta la individualidad por encima de los proyectos de partidos o de programas. Va en la lógica del pragmatismo y personalismo en la política. Pero en el marco de la crisis del régimen político actual, ofrece una oportunidad para la expresión de propuestas y candidaturas que no representan a los partidos políticos del sistema actual y que nos permiten deslindarnos de todos ellos y dejar claro que no nos representan. Al mismo tiempo, obliga a que el uso de “candidaturas independientes” lo presentemos como expresión de un referente político, aunque no sea lo legal, y no simplemente como individualidad. Es como la candidatura de Marichuy, vocera del CIG y representante por tanto de la orientación política del CIG. Del mismo modo podríamos postular “candidaturas independientes” que sean representativas de la OPT y en general del bloque de fuerzas alrededor de la lucha del SME, como la de la ANUE y la NCT. Candidaturas independientes no en la ilusión de ganar cargos de elección popular (en un sistema electoral fraudulento) y tener avances electorales y territoriales, sino representativos de una línea política de lucha contra el régimen político actual. Que sea expresión de la forma de lucha, que no se supedita a las elecciones, con que se han conducido luchas como la del SME o la ANUE y que han obtenido triunfos parciales sin esperar ganar elecciones.
Hacerlo de esta manera es fortalecer un polo de lucha proletario y popular si podemos convocar a otras organizaciones y movimientos a apoyar y postular candidaturas independientes con estas características. Que en el marco de la crisis del régimen y su eventual derrumbe, podemos construir un bloque social y político, proletario y popular, alternativo y al mismo tiempo que ante la crisis de los partidos institucionales impulsa la referencia política de la OPT como partido político del pueblo y la clase trabajadora en México.
Desde la OPT, con esta orientación, podríamos apoyar la postulación de estas candidaturas independientes que representen esta línea antisistema en diversas ciudades y distritos, quizá empezando con la candidatura del compañero Martín Esparza para Jefe de Gobierno en la CDMX y así más candidaturas que se pudieran sumar, incluso de otras organizaciones aliadas.
Una campaña coherente y sin ambigüedades.
Pero, una orientación así requiere que en todas partes se exprese en forma coherente y no ambigua. La candidatura presidencial de Marichuy y otras candidaturas independientes que como OPT apoyáramos, en esta lógica antisistema, deberían tener esta coherencia. En algunas discusiones preparatorias de nuestra reunión nacional, algunos compañeros han sugerido que la definición del voto presidencial pudiera resolverse al final de la campaña, abriendo la posibilidad de un voto por AMLO. Otras propuestas han dicho que debemos tomar en cuenta a las bases de Morena que quieren sacar al PRI del gobierno y alguna otra propuesta ha planteado la posibilidad de que en algún distrito o lugar postular a algún compañero popular ligado a la OPT, pero por medio del registro de algún partido tipo el PT, para avanzar en la derrota electoral del PRI que se ve inminente en medio de la crisis. No estamos de acuerdo con estas propuestas que abren la puerta a ambigüedades en la orientación de la OPT. La OPT debe seguir una línea coherente en todas partes y no aceptar ninguna ambigüedad especialmente con respecto a las candidaturas de Morena y de AMLO. Recordar que la orientación aquí propuesta es de una línea política para profundizar la crisis del régimen político y lograr su derrumbe, no se trata de la definición de una campaña electoral tradicional. Por eso no aceptamos la idea de que al final de las campañas ver qué candidato presidencial está “mejor posicionado” para declinar a favor de ése candidato. Esa es una propuesta para apoyar a AMLO que efectivamente va en la lógica de una campaña para ganar el mayor número de votos dentro de un sistema en crisis, y además fraudulento. No hay punto de comparación, por ejemplo, con una campaña como la de Marichuy que no se propone ganar votos, sino organizar para la lucha. No vamos en una lógica institucional, sino antisistema. A la preocupación de los que dicen que hay que tomar en cuenta las aspiraciones democráticas de las bases de Morena, respondemos que la mejor manera de tomarlas en cuenta es ofrecer una alternativa antisistema, que será más clara a sus ojos cuando ocurra el fraude y AMLO lo acepte como hizo en el EdoMex, y que el problema de una alternativa a esas bases de Morena no se resuelve sumándose a la campaña de Morena o llamando a votar por AMLO. Si haces eso no solo no resuelves el problema sino que te conviertes en parte del problema al sumarte a una campaña que relegitima, queriendo o no, instituciones en crisis y generando ilusiones en el programa de AMLO que no es ni siquiera consecuentemente antineoliberal (recuerden sus posiciones en temas como el de las concesiones mineras del capitalismo depredador, o el de la reforma educativa, o el de la reforma energética o el derecho al aborto, para mencionar algunos). Lo que también está en juego ahora es proyectar la necesidad de un partido político realmente alternativo, frente al sistema y con perspectiva proletaria y anticapitalista, y no crear ilusiones en un partido, como Morena que se mantiene en la lógica del sistema capitalista y que repite el esquema ya probado y cooptado para el colaboracionismo del PRD.
El fraude y la siguiente explosión de la crisis.
Para quienes dicen que es el momento de ganarle posiciones al PRI, proponemos apuntar, más bien, para hundir al régimen político dominado por la oligarquía neoliberal del PRI y del PAN (y sus aliados). Esa es la posibilidad abierta y no simplemente algunos cargos de elección. Si en los varios momentos de estallidos de la crisis del régimen desde la lucha del #yosoy132, la de Ayotzinapa, el magisterio o el gasolinazo, no logramos realizar el “Fuera Peña”, el siguiente estallido, si no ocurre antes de las elecciones, puede ocurrir como resultado de las elecciones. Es decir el ejemplo de las recientes elecciones del EdoMex, que tanto AMLO como el PRI señalaron que eran determinantes para el 2018, efectivamente ofrecen luz sobre lo que puede pasar en el 2018. En el EdoMex se demostró que el rechazo al PRI y al PAN es ya histórico pero también demostró que el PRI está determinado, como sea, a seguir usando el fraude para imponerse. Pero lo más grave es que Morena y AMLO, ante el fraude optan nuevamente por la vía institucional, es decir el reclamo jurídico ante las instituciones electorales que organizan y legitiman el fraude. Es decir, no recurrir a la lucha política y en las calles contra el régimen, aun en defensa del voto popular y contra el fraude.
En la elección del 2018, entonces, pese a la división burguesa en donde un sector le apuesta a AMLO para asegurar la continuidad del sistema, la determinación del PRI está clara: impondrá nuevamente el fraude. Y si AMLO, que además ya anunció que la “tercera es la vencida” y si no gana se retira a su rancho, ante el fraude, como en el EdoMex, insiste en la salida institucional se abre la posibilidad del nuevo estallido en la crisis del régimen. Es decir, un estallido ahora no por el 132, Ayotzinapa, las reformas neoliberales, el gasolinazo, sino por el nuevo fraude que acumule todos los descontentos previos. La posibilidad de que en este nuevo estallido haya una salida rupturista que apunte ahora sí a la caída del régimen estará determinada por la existencia de un polo popular, indígena y proletario, pero antisistema que encabece la lucha contra el fraude contra el sistema político electoral en su conjunto. Ese polo es el que puede ser el de la campaña de Marichuy, que no busca votos sino organizar para la lucha, y las fuerzas que podamos agrupar desde la OPT en la perspectiva de un nuevo bloque social y político, con las candidaturas propias que también podamos postular. La lucha contra el fraude, convertida en lucha contra el régimen, puede ser el otro estallido que conduzca a la ruptura del sistema y que sea la continuidad de los otros estallidos previos donde la consigna de “Fuera Peña” generalmente identificada con el “que se vayan todos”, “Fue el Estado”, signifique fuera el régimen político de la oligarquía neoliberal.
No es una continuidad de una campaña electoral sino la conversión de ésta en una lucha política contra el régimen, con motivo del fraude. Una lucha donde, como en el 2012 y en el EdoMex, AMLO abandonará (lo que será apoyado por todos los tránsfugas del PRI, PAN, PRD en Morena que se conformarán con algunos cargos de elección) y que debería ser retomado y encabezada por nuestro propio polo. La salida del actual régimen no implica la instalación de un gobierno resultado de la elección de 2018, sino el camino a una nueva Constituyente para las nuevas reglas del poder. Por supuesto, la perspectiva anterior implica también un acuerdo con la campaña de Marichuy y el CIG frente al problema del fraude, un tema sobre el cual ha habido diferencias en el pasado. En este punto, sin embargo, la lucha contra el fraude tendrá un punto nuevo muy relevantemente: el Congreso Nacional Indígena, a propuesta del EZLN, constituyó desde mayo pasado un Concejo Indígena de Gobierno, que es la evidencia misma de que la lógica de la “campaña electoral” de Marichuy es claramente antisistema.
En esta lógica propuesta, además, tenemos la posibilidad de fortalecer y construir a la OPT como el partido propio del pueblo y la clase trabajadora, no como resultado del mero crecimiento de una campaña de afiliaciones, sino construir a la OPT como el partido de la ruptura con el sistema y en medio de la lucha.
Ciudad de México a 2 de septiembre de 2017.
Propuesta presentada por Edgard Sánchez, integrante de la DPN, para la reunión nacional de la OPT a celebrarse el 9 de septiembre de 2017 y donde finalmente se aprobó apoyar la campaña de Marichuy, vocera del CIG.