Partido Revolucionario de los Trabajadores
Pereyra 69, Col. Viaducto Piedad, C.P. 68200, México, D.F.
Tel. 5590 0969
QUÉ SIGNIFICA EL CAMBIO ABIERTO EL 1 DE JULIO?
Edgard Sánchez*
1.- La derrota electoral del PRI más contundente.
La votación del 1 de julio del 2018 una derrota electoral del PRI que es expresión de un rechazo popular de una dimensión histórica.
Ciertamente no es solamente el rechazo al PRI, que fue reducido a su mínima expresión por abajo del PAN, sino al conjunto del régimen del PRIAN que sobre la base del acuerdo en torno al modelo neoliberal se impuso en la alianza PRI-PAN desde el fraude de 1988, simbolizado en el acuerdo entre Salinas y Fernández de Cevallos. Es la derrota y el rechazo a los partidos del Pacto por México (diciembre del 2012), básicamente el PRI, PAN y PRD, que simbolizaron los peores años del dominio neoliberal, especialmente con las reformas estructurales de este sexenio y los años de violencia que condujeron a una verdadera crisis humanitaria y de derechos humanos en el país.
Una votación superior al 50 por ciento para Morena, especialmente para AMLO y por el contrario, porcentajes que podían llegar al mínimo legal para conservar el registro para el caso del PRI, del PRD y los que definitivamente lo perdieron como el PANAL y el PES. Mayoría para Morena en el Congreso de la Unión, tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados. Mayoría también para los congresos locales en que hubo elecciones legislativas, con la excepción de Guanajuato. Elección de gobernadores postulados por Morena en los estados donde hubo elección, con la excepción de Puebla donde el fraude sigue adelante. Jamás en la historia electoral institucional del país habría ocurrido algo similar.
Al mismo tiempo, la conformación de las cámaras del Congreso de la Unión alcanzaron, por primera vez en la historia, casi paridad entre hombres y mujeres electas. Obviamente esto último no es resultado de la campaña de AMLO y Morena. Es resultado de muchas luchas previas del movimiento de mujeres y del feminismo y de sucesivas reformas legales a favor de acciones afirmativas que finalmente obligaron a los partidos políticos a postular sus candidaturas paritariamente. Coincidentemente en esta histórica elección es donde se aplica el derecho y obligación a la paridad. En todo caso, lo que sí es decisión política de AMLO es la anunciada integración del gabinete presidencial que por primera vez se conforma con el criterio de paridad. Ciertamente es un éxito. De todos modos no olvidamos la tesis feminista que afirma que cuerpo de mujer no es condición, no es garantía, de conciencia de mujer, de conciencia feminista. Este avance en la paridad en cargos de elección popular y gubernamental deberá contrastarse con el pensamiento conservador de legisladoras y legisladores de todos los partidos, sean hombres y mujeres, como se verá en temas sensibles como el aborto o el feminicidio.
La estrepitosa derrota electoral del PRIANRD y el reconocimiento del triunfo mayoritario de AMLO (a diferencia del 2006 y 2012) no es sinónimo de triunfo de la democracia, de transición democrática, de establecimiento de la "normalidad democrática", como sugieren algunos jilgueros del sistema, desde el INE hasta el gobierno actual. No solamente porque la democracia va más allá de las elecciones (en su mensaje del 28 de agosto de 2018, Rosario Ibarra retoma, con otras palabras, su antigua consigna "no hay democracia con desaparecidos"; así como la liberación de Elba Esther Gordillo recuerda la necesaria lucha por la democracia sindical, entre otras cosas) sino que incluso en el terreno electoral, pese al reconocimiento del triunfo de AMLO, se está lejos de un funcionamiento democrático. La maquinaria del fraude volvió a operar como lo confirmaron durante semanas previas a las votaciones todas las denuncias sobre compra de votos, el descubrimiento de casas donde se recogían credenciales a cambio de dinero, o incluso el descubrimiento de camiones repletos de dinero trasladándose para ese fin, los laboratorios de fabricación de actas y sábanas electorales, el uso clientelar, incluso notoriamente en la CDMX, de programa sociales y el chantaje y violencia contra candidatos opositores, especialmente de Morena. Al mismo tiempo –y no es una dato secundario- son las elecciones más violentas de la historia reciente. No solo porque se desarrollaron en el clima de violencia generalizada que existe en el país, sino porque tocó incluso a las candidaturas de diversos partidos, prácticamente de todos. Más de 132 candidatos a cargos de elección popular fueron asesinados, que parecía preparaban un clima de violencia general para imponer el fraude. Aunque se reconoció el triunfo de AMLO en las presidenciales y de la mayoría de los legisladores de Morena, en varios estados o distritos la dinámica fraudulenta pudo imponerse hasta el final, como destacadamente lo muestra el caso de Puebla. La legislación electoral antidemocrática y sus instituciones, empezando por el INE, funcionaron con ese carácter todo el tiempo. Todavía después de la sorpresa de que el PRI reconoció el triunfo de AMLO, la inercia antidemocrática del INE quiso sancionar a Morena por los temas financieros para poner en duda dicho triunfo. Como lo vivimos al apoyar la candidatura de la compañera Marichuy, el diseño institucional para el registro de candidaturas independientes tampoco es democrático (como tampoco lo es para el registro de nuevos partidos) y está dominado por el dinero. Mayor ejemplo de arbitrariedad antidemocrática fue en su momento el registro de las candidaturas de Margarita Zavala y El Bronco (éste último peor pues fue por resolución del Tribunal Electoral contra el INE) pese a que era cínicamente reconocido que habían hecho trampas varias y comprado firmas de apoyo, de las cuales la mayoría de las que presentaron eran falsas. En la presentación de las candidaturas también hubo nuevamente partidos que quisieron burlar la obligación de presentar mujeres en forma paritaria o candidaturas indígenas.
Si finalmente el fraude no pudo imponerse y reconocieron el triunfo de AMLO y el resto de las candidaturas de Morena, no fue en virtud de un funcionamiento normal democrático, no por instituciones democráticas funcionando, sino por razones políticas, por una nueva relación de fuerzas sociales rechazando al PRIAN y en definitiva como expresión de la crisis terminal del régimen político mexicano como lo conocimos hasta entonces, el régimen del PRIAN. Como señalamos insistentemente (ver la resolución del XIII Congreso del PRT: La crisis del régimen: dos vías ante ella) el sexenio de Peña Nieto fue el sexenio de la crisis del régimen, primero en crisis de legitimidad y luego en crisis del régimen político que aun con sus instrumentos fraudulentos no pudo imponerse ya como en el pasado. El fin del régimen del PRIAN podía ocurrir en dos escenarios distintos: a manos de una explosión social (en dimensión equivalente -ahora lo sabemos- a los 30 millones de votos) que lo barriera si insistía en imponer el fraude, aunque fuera brutal y violentamente (para lo cual ya había aprobado la LSI) o, ante la crisis y división del propio régimen, optar por la transición pactada que ofrecía AMLO. En aras de mantener lo esencial de la continuidad del sistema fueron obligados a la segunda opción. El triunfo de AMLO no es expresión de un régimen democrático, sino expresión de la profundidad de la crisis del régimen. No es la primera vez que la crisis de un régimen en decadencia incluso le paraliza para imponerse con toda la fuerza. Lo esencial a conservar no era el personal político o los partidos encargados de administrar el Estado (aunque después de la votación ha continuado la migración de funcionarios de los gobiernos priístas, ya no a la campaña de Morena, sino directamente al gobierno de AMLO), sino lo esencial del modelo neoliberal, como comentaremos adelante y sobre todo evitar que la salida del PRIAN fuera en medio de una explosión popular movilizada incontrolada, en vez de la “tersa” transición que ofrece AMLO.
2.- Tres afluentes principales que explican la derrota del PRIAN en el marco de una crisis de legitimidad del régimen:
a) el hartazgo popular, b) la división de la burguesía y c) la oferta de AMLO de una transición pactada.
a) En primer lugar y determinante al nivel de una nueva relación de fuerzas al nivel social, es el hartazgo popular, especialmente después de todos los agravios y luchas y resistencias ocurridas durante el sexenio de EPN, que se expresó en una votación histórica que superó al fraude en curso. Después de la imposición de todas las reformas neoliberales y constitucionales. Después de permanentes luchas contra todas estas reformas y crímenes, especialmente la desaparición de los 43 de Ayotzinapa (que popularizó desde 2014 el grito de “Fue el Estado” y “Fuera Peña”) pero también con la real crisis de derechos humanos que significa la violencia y militarización extendida en todo el país y que se expresa en ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, feminicidio como expresión máxima de muchas más formas de violencia contra las mujeres. Las luchas contra el despojo de pueblos en todo México, especialmente por las compañías mineras canadienses y que entre todas las formas de resistencia debe incluirse también a la candidatura de Marichuy como otra forma de lucha contra el despojo a los pueblos indígenas. En la resolución del XIII Congreso del PRT mostramos cómo cada año del sexenio, empezando en 2012, hubo como respuesta a alguna de las reformas neoliberales y agresiones contra el pueblo mexicano, resistencias y luchas populares, frecuentemente en la forma de explosiones sociales masivas (yosoy132, Aytozinapa, gasolinazo, reforma educativa, el sismo, etc) que aunque no lograron revertir la reforma del PRIAN, tampoco fueron derrotadas y fueron acumulando la materia prima de ese hartazgo popular que estallaría en forma de votos el 1 de julio. Pero cada uno de esos movimientos y resistencias, durante el sexenio, ocurrieron en forma paralela a la organización y campañas electorales de Morena, no fueron conducidos, organizados o apoyados por Morena. Frecuentemente fueron criticados por AMLO (a la sección 22 de Oaxaca por no llamar a votar por Morena en 2015, al SME igualmente acusándolo de "aliado de la derecha" en 2015) y en general insistiendo a todos los movimientos a esperar, a posponer la lucha, hasta los comicios del 2018. Fueron las "dos vías ante la crisis" que analizamos en el Congreso del PRT. Al final ¿venció la línea institucional de AMLO contra la línea de los movimientos en lucha política directa? O las luchas diversas de movimientos sociales, conducidos independientemente de Morena, que no pudieron revertir las políticas y agresiones del PRIAN, expresaron el 1 de julio su hartazgo votando por AMLO y Morena? Para entender que se ha abierto una posibilidad de ascenso de la lucha de las masas hay que reconocer que esta posibilidad no se ha abierto por el triunfo electoral de AMLO, sino que el cambio en la relación de fuerzas sociales de todos los movimientos de resistencia, especialmente este sexenio y por tanto antes del triunfo de los comicios, posibilitaron el triunfo de López Obrador. El descontento, el hartazgo, la rabia pero también un cierto nivel de conciencia de oposición al régimen neoliberal del PRIAN tuvieron un efecto acumulativo y aunque cada movimiento contra el neoliberalismo ocurrió en forma paralela y sucesiva, la votación dio la oportunidad de concentrar todo el rechazo y descontento contra el régimen en un momento y un acto. Pero no producto de una estrategia que Morena hubiera diseñado para apoyar e impulsar cada uno de estos movimientos con los cuales en realidad tuvo desencuentros, sino que fueron movimientos que se dieron en forma paralela a las campañas y organización de Morena y AMLO. El cambio en la relación de fuerzas contribuyó a su triunfo. Si esto ocurrió, hay ahora condiciones para un ascenso y crecimiento de las luchas de masas. Los movimientos sienten mayor confianza al ver la derrota del PRI y la inminente descomposición de sus estructuras corporativas en los sindicatos y organizaciones campesinas y populares. Hay, ciertamente, un debilitamiento político de las estructuras corporativas del priísmo que está en trance de desaparecer como partido (o transformarse, como recomienda el propio Peña, cambiando de nombre o “esencia”). Pero aunque el PRI desaparezca como tal, no solamente se continuará la migración de priístas al gobierno, incluso de especialistas en manipulación como los echeverristas, tipo Ignacio Ovalle, sino el histórico reacomodo de los charros sindicales siempre ante el poder. El reto es que estos movimientos y luchas que todavía no han logrado sus demandas y objetivos puedan continuar su movilización en forma independiente o si, por el contario, ante el impacto de la derrota electoral del PRIANRD, acepten moderar, frenar, sujetarse a los ritmos del gobierno y su partido, escuchando los llamados a esperar a que el nuevo Presidente y Morena resuelvan todo desde arriba, en tersa transición, en el marco del Estado de Derecho (como Madero -una de las referencia preferidas de AMLO- en 1911 reclamó a Zapata esperar a que "tierra y libertad" fueran resueltas en el marco del Estado de Derecho) O peor aún que ante el triunfo de Morena se desarrolle un nuevo corporativismo de organizaciones sindicales, populares y movimientos sociales en el marco del nuevo gobierno y su partido. Pero los movimientos, luchas y resistencias durante todo el sexenio que dieron lugar a esta nueva relación de fuerzas llegaron en forma paralela, independiente, a la campaña electoral de Morena y deberían poder continuar su dinámica pues nunca fueron derrotados (aunque no lograron revertir las reformas y agresiones neoliberales) si pudieran mantener la independencia política con respecto al nuevo gobierno y los arreglos y conciliaciones que está haciendo para mantener una relativa estabilidad política.
b) En segundo lugar. La división de la burguesía ante la crisis del régimen y la incapacidad de sus partidos tradicionales para superarla manteniendo el control. La división burguesa se expresó en la confrontación entre el PRI y el PAN, pero también de otros modos. La división interna que implicaron las candidaturas de Meade en el PRI (entre los tecnócratas neoliberales de Peña y los viejos priístas que aún quedan ahí), así como la de Anaya en el PAN (con la ruptura, sobre todo de Margarita Zavala y Felipe Calderón, pero no solamente). También la división burguesa que implicó ante el descrédito del PRI y del PAN y su visible incapacidad para remontar la crisis, el traslado de importantes figuras del PRI y del PAN hacia Morena y relevantemente sectores empresariales antes enemigos de AMLO que ahora también se pasaron de su lado. Finalmente la división burguesa ante el descrédito de sus partidos tradicionales que se expresó en la intervención directa de las cámaras y sindicatos empresariales y centros financieros opinando y presionando en defensa de sus intereses y la continuidad del sistema. Esta división en el terreno político dificultaba, incluso, tomar la decisión de a quién debería beneficiar el fraude contra AMLO. Las cúpulas empresariales pidieron que hubiera un frente único anti AMLO pidiendo que ya fuera Meade o Anaya declinara por el otro, pero en la polarización y división existentes no pudieron imponerlo. Ciertamente atrás de la división política en la burguesía estaba también la confusión sobre el futuro y perspectivas del neoliberalismo ante los cambios proteccionistas que viene imponiendo Donald Trump. Especialmente sobre lo que fue la joya del neoliberalismo a lo que se subordinaron completamente los diversos gobiernos tanto del PRI y del PAN: el TLC puesto en cuestión desde el principio por Trump. La división de la burguesía, que facilitó el triunfo de AMLO, al expresarse también en la incorporación y confluencia, política, programática y de intereses, al gobierno de AMLO marca también el carácter del nuevo gobierno. Como dice el texto de la NCT (Continuidad “compensada” o alternativa real al neoliberalismo y la antidemocracia) “el gobierno nacido del hartazgo no es un gobierno de los trabajadores”, no es nuestro gobierno.Esa confluencia de intereses diversos, incluso de sectores burgueses diferentes, al mismo tiempo arreciará la división de la clase dominante pero también la lucha clases. Pero no simplemente como algunos la quisiera entender como una lucha de la burguesía contra el gobierno de AMLO, sino de la burguesía contra los sectores populares y de trabajadores que con su lucha y hartazgo frente al anterior régimen sirvieron de base para el triunfo de AMLO. Y en esta aceleración de la lucha de clases el nuevo gobierno como una suerte de nuevo bonapartismo, un equilibista, como le llamara Manuel Agullar, oscilando de un lado a otro.
c).- En tercer lugar. La oferta de AMLO de una transición pactada resultó la mejor salida a la crisis del régimen a punto de estallar por la ola de descontento popular imparable, la división burguesa y la salida suicida que significaría querer imponer el fraude a toda costa para evitar el triunfo de AMLO. La idea de una transición pactada no la atribuímos necesariamente a una visión conspirativa que suponga un acuerdo secreto, privado, en “lo oscurito” entre AMLO y EPN. Anaya, el candidato del PAN, insistía en el tercer debate televisado entre los candidatos que había habido la reunión entre EPN y AMLO. Eso es difícil de probar en lo inmediato. Lo que sí se puede constatar es que la línea de una transición pactada está planteada por AMLO desde hace mucho (ver la descripción en “La crisis del régimen: dos vías ante ella”) y no dependiendo de una reunión, sino como una propuesta política. La propuesta es una estrategia política y no resultado de un “giro a la derecha” como dirían después algunos analistas. El giro a la derecha, en programa y alianzas, fue resultado de esta línea de transición pactada. En junio del 2016, después de la matanza en Nochixtlán, en el mitin de Morena contra esa represión López Obrador advirtió que la situación nacional estaba llegando a una similar a la víspera del estallido de la Revolución de 1910. Una conclusión similar a la que desde diversos ángulos y perspectivas empezó a ser compartida por muchos en la izquierda (“la tormenta que se avecina”, dirían los zapatistas). Pero AMLO aclaraba: no estamos por una revolución violenta, queremos una revolución de las conciencias y proponemos ante la gravedad de la situación un gabinete de transición, es decir, un gobierno de salvación que permita una transición pacífica. Ya proponía entonces la salida de Osorio Chong de Gobernación y de la mitad del gabinete presidencial de EPN para integrarlo como un gabinete de transición. A cambio ofrecía que la transición podría ser pacífica. Si no, varios meses después advertía ante el riesgo de un nuevo fraude, el “tigre se soltaría” y él ya no estaría para controlarlo. Entonces la transición pactada no era una reunión, un acuerdo “en lo oscurito” sino una línea política de AMLO y su partido. Obviamente en junio de 2016, Peña Nieto no hizo caso a la propuesta de AMLO. Pero no importaba porque López Obrador hacía la propuesta no solo a Peña, sino a la clase dominante. Y a partir de ese momento empezó a ofrecer pruebas de que era cierta la oferta: aclaró todo el tiempo que no estaba contra la reforma energética, sino contra los contratos corruptos hechos a la sombra de esa reforma; ofreció la amnistía anunciada para la Mafia del Poder (en ese tercer debate en que Anaya lo acusaba de haber pactado la impunidad con Peña y que en cambio él metería a la cárcel tanto a Peña como a Meade, López Obrador le respondió insistentemente que él no lo haría, que no será un gobierno de revanchas ni persecusiones); abrió el “Arca de Noé” como le llamó Hernández Navarro a Morena para que subieran todo tipo de alimañas del antiguo régimen y del PRI, PAN y PRD que se “arrepintieran”. Incluso con la alianza con el partido más a la derecha de todo el espectro político, el PES, dándole a los evangelistas una peligrosa posición en el terreno parlamentario que no corresponde a su peso en la sociedad, catapultándolos a un nivel que les llevó años en países como Brasil y Costa Rica para poder imponer sus reaccionarias concepciones. Las quejas de los partidarios locales de AMLO sobre los candidatos “impresentables” que pensaban como maniobras de operadores locales y excepciones desafortunadas, en realidad eran línea nacional de Morena. Es decir sin necesidad de una reunión secreta, la línea de transición pactada de AMLO estaba ofertada y demostrada públicamente. Por el otro lado, viendo la relación de fuerzas sociales, la división burguesa, su incapacidad para frenar ya el descontento popular y el riesgo con pronóstico incierto que si se recurría a una represión generalizada, tipo golpe de Estado, para evitar la llegada de AMLO, el estallido social y popular ante este nuevo agravio del PRIAN, ahora en el terreno político, podría ser desastroso, la conclusión tendría que ser la de salvar al sistema, su continuidad y estabilidad era preferible aceptar la transición pactada. ¿Cuándo llegaron a esa conclusión? Tampoco es fácil saberlo o no tiene caso especular. Pero ciertamente, fue antes del 1 de julio. Si no, no se entiende el que a las 8 de la noche de ese 1 de julio, cuando las urnas para recibir la votación se habrían cerrado a las 6 y antes de que el PREP y el INE dieran resultados, incluso antes de que el propio AMLO los diera, es José Antonio Meade el candidato del PRI quien reconoce el triunfo de AMLO y lo felicita. A partir de ese gesto, todos, Anaya, Peña Nieto, el INE empiezan a reconocer el triunfo de AMLO y hasta el final, cerca de las 12 de la noche el propio AMLO lo anuncia, agradece la civilidad de todos y ofrece la tersa transición, sin sobresaltos ni rupturas. Sus primeras declaraciones son sobre el respeto a las inversiones, el mantenimiento de la autonomía del Banco de México (como denunciaría semanas después Cuauhtémoc Cárdenas,diciendo que eso no es política de izquierda) mantener la política macroeconómica, no aumentar impuestos, la garantía de que no habrá expropiaciones, el reconocimiento a Peña por su no ingerencia en el proceso electoral y el respeto a su gobierno que deberá concluir hasta diciembre. La transición pactada como práctica y acuerdo político producto de la crisis del régimen y la relación de fuerzas sociales sobre la que se apoya AMLO y frente a la cual el PRIAN no puede hacer ya nada a menos que opte por una salida que terminaría siendo suicida. Obviamente no llegaron a esa conclusión la noche del 1 de julio. Por lo menos parece haber sido anunciada ya por EPN el jueves anterior (al día siguiente del cierre de AMLO en el Estadio Azteca) a los gobernadores del PRI que convocó ese día en Los Pinos. Quizá, era una de las opciones que ya implicaba la sustitución en el PRI, dos meses antes de las votaciones, de Enrique Ochoa Reza (del equipo tecnócrata de Meade) por el “Negro” Juárez (de la vieja guardia priísta).
3.- El carácter del nuevo gobierno.- ¿Nuevo régimen, nuevo gobierno?. Gobierno en transición. ¿Un nuevo bonapartismo? ¿Otro gobierno del progresismo latinoamericano, un "progresismo tardío"? Es muy pronto para hacer una definición acabada cuando estamos todavía en la transición institucional del viejo gobierno al nuevo gobierno. Pero la expectativa popular de un cambio y la línea de una transición tersa que implementa AMLO pero que va tomando posiciones, haciendo compromisos, componendas con el antiguo gobierno, designando funcionarios que son definiciones, dan los elementos, a veces contradictorios, del carácter del nuevo gobierno. La contradicción entre el imaginario popular buscando un cambio radical (sacando al PRIAN) y el compromiso real de AMLO producto del plan de transición pactada. La idea propagandista de que pasará a la historia como realizador de la Cuarta Transformación (Después de las revoluciones y guerras civiles que significaron las repúblicas surgidas de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución Mexicana) es ilusoria. Acabar con la corrupción, instaurar una "república amorosa", un gobierno austero que predica con el ejemplo (reduciendo el ingreso del Presidente, cerrando la residencia presidencial de Los Pinos, vendiendo el avión presidencial) no son elementos suficientes para una Cuarta Transformación Histórica. Para lograr la ilusión popular de un cambio radical, lo equivalente a una Cuarta Transformación Histórica, se requeriría desmantelar todo el andamiaje neoliberal impuesto durante las últimas tres décadas, por lo menos. Para ello se requiere no simplemente rechazar los contratos corruptos hechos en el marco de la reforma energética y otras reformas, sino acabar con la reforma energética. renacionalizar la industria energética toda (objetivo, por cierto, que no es contradictorio con la lucha del SME por recuperar el trabajo, como hemos explicado por separado). Se requiere no solamente predicar el perdón y el olvido sino regresar al ejército y la mariana a los cuarteles y liberar a los desaparecidos (Vivos los llevaron, vivos los queremos), juzgar y castigar las violaciones a derechos humanos de las fuerzas armadas, suprimir la LSI. Se requiere no solamente ofrecer "becas" a jóvenes profesionistas como primer empleo que se ofrecen a la iniciativa privada como trabajo gratis ya que será financiado por el Estado y desconociendo la certificación de estudios al ubicarlos como aprendices. Tampoco es suficiente quitar el aspecto punitivo de la reforma educativa y reinstalar a maestros despedidos, sino acabar de fondo con los contenidos privatizadores mercantilistas de la reforma educativa. Es decir, para todo ello se requiere no solamente algunas medidas gubernamentales o bandos de gobierno o sesionar a las 6 de la mañana con el gabinete de seguridad, sino convocar a un nuevo Congreso Constituyente para desmantelar la estructura neoliberal (que ha implicado serias y profundas reformas constitucionales con carácter reaccionario). Si no se desmantela el conjunto de la estructura neoliberal, aunque se declare el fin del neoliberalismo, los cambios serán secundarios al mantenerse el centro de las reformas que implicaron incluso cambios constitucionales y ese chaleco será la justificación para continuar el curso neoliberal. Son condiciones para una verdadera Cuarta Transformación histórica, más allá de algunas demandas inmediatas o de los movimientos sociales medidas como la convocatoria y realización de un Congreso Constituyente para desmantelar la estructura neoliberal. Revertir las reformas “estructurales” Enfrentar la dinámica del ejército en la violación y crisis general DDHH y la presentación de los desaparecidos (Ayotzinapa). Cancelar la deuda pública ilegítima (el proyecto de presupuesto de egresos que se aprobará en diciembre incluye el pago de los intereses de la deuda, lo que demostrará que la reducción de salarios de altos funcionarios y la lucha contra la corrupción no son suficientes para la realización de programas sociales). Deuda externa. Independencia sindical. Democracia sindical. Renacionalización de la industria eléctrica y del petróleo. Abajo las concesiones mineras y el fracking (que también no es suficiente anunicarlo sino demontar el andamiaje que lo permite y que continúe aun con nuevo gobierno). Contra el extractivismo. La orientación del gobierno que se reflejó en lo que algunos analistas llamaron "el giro a la derecha". La base de este giro reflejada en concesiones de programa centradas básicamente en la lucha contra la corrupción (vean el discurso de AMLO donde dice que en México no aplica el análisis marxista sobre la explotación de clase que hace la burguesía y que el problema no es la explotación de clase sino la corrupción), y que elude el rechazo a reformas neoliberales como la energética o las concesiones mineras limitándose al rechazo de los contratos corruptos realizados bajo el amparo de las reformas neoliberales, pero no en contra de las reformas mismas. La inclusión en el primer nivel de su gabinete de representativos del antiguo régimen ex priíistas, ex panistas, dirigentes empresariales y coordinados desde la Oficina de la Presidencia por Arturo Romo (autor del programa de gobierno en vez de los intelectuales de izquierda de Morena que lo redactaron para el 2012) y solamente una militante de Morena: la joven Luisa María Alcalde. En los segundos niveles habrá otros futuros funcionarios provenientes de Morena, pero también personajes como Manuel Mondragón y Kalb de infausta memoria. El ejército en las calles ha sido reivindicado por AMLO en días pasados (el más grave anuncio en el terreno de los DDHH, junto con su previa declaración de que no le preocupa la LSI porque no la va aplicarla ni reprimir, (al mismo tiempo que integra a gente como Mondragón y Kalb a su equipo) La amnistía anunciada. El perdón y olvido y el rechazo al reclamo legítimo de las familias de los desaparecidos. No hay democracia con desaparecidos, como ha repetido Rosario Ibarra en su mensaje del 28 de agosto. Justicia y presentación de los desaparecidos, no perdón y olvido. La amnistía no debe ser para los victimarios, sino para las víctimas de las violaciones a DDHH. La liberación de Elba Esther Gordillo ejemplo de la amnistía anunciada. Otros ejemplos en puerta de amnistías disfrazadas. La implementación de viejos planes, megaproyectos, desde el Plan Puebla-Panamá, el Plan Mérida y ahora las zonas económicas especiales. El Tren Maya, El megaproyecto en el Istmo de Tehuantepec. Desde la óptica de los zapatistas es nueva guerra contra los pueblos y comunidades indígenas El MacLane Ocampo que dice López y Rivas. Correr la frontera sur de EU al Suchiate. El muro no en la frontera EU-México, sino en la frontera México- Centroamérica con el proyecto de las zonas económicas especiales en el Istmo para "desalentar" la migración" a EU. A cambio de lo esencial de la continuación del modelo neoliberal (desde el extractivismo), es esto lo que llamamos "progresismo tardío" (en comparación con las primeras experiencia de este tipo en AL) medidas legítimas pero que se quedan en el asistencialismo (duplicar el ingreso de las tarjetas para las personas mayores y extenderlo a nivel nacional), reconocer ciertos derechos (el propio EPN ya propuso hace dos años aunque tuvo que recular ante la respuesta de la Iglesia el matrimonio entre personas del mismo sexo), la despenalización del aborto (anunciada por Olga Sánchez Cordero, pero con el riesgo de que este derecho sea sometido a consulta como decía AMLO durante la campaña), combatir la corrupción que en realidad es un reclamo eficientista de la burguesía y que encaja con la visión de AMLO de que el problema principal en México no es la explotación de clase sino la corrupción. Hacer propaganda frente a la queja nacional del excesivo centralismo del país, producto del desarrollo del capitalismo en México, haciendo una descentralización de secretarías de Estado pero al mismo tiempo nombrar -por dedazo presidencial- a "superdelegados" en competencia con los gobernadores, pero preparando la sustitución de estos gobernadores por los delegados en el siguiente proceso electoral. Medidas que en vez de descentralizar, apuntan a reforzar el poder presidencial central que en poco tiempo puede ir de tener mayoría absoluta en el Congreso de la Unión y la mayoría de los congresos locales a tener también el control -por medio de los delegados-de los gobernadores de los estados de la República. Ofertar el avión presidencial, reducirse el salario, imponer la austeridad (que casualmente es la medida neoliberal contra la que luchan los movimientos en Europa), reducir salarios de funcionarios. Pero mantener la reforma energética,la LSI, el extractivismo y al ejército en las calles y proponiendo reclutar a 45 mil jóvenes a la fuerza militar, ampliar el tiempo de detención de sospechosos por medio del arraigo (figura impuesta por Calderón que contradice el criterio de la presunción de inocencia), incorporar el "ataque" a líneas de ferrocarril como delito grave equiparado a terrorismo (al mismo tiempo que se anuncia el Tren Maya y el despojo que implicará a los pueblos indígenas). El NAICM y la consulta popular. Pasar de la democracia representativa a la democracia participativa no es simplemente ofrecer consultas sobre ciertos derechos (como el aborto o sobre el ecocidio y despojo que significa el NAICM) Consulta que puede ser una encuesta, consulta telefónica (como el incremento del boleto del metro en la CDMX) o incluso una votación organizada por el INE (que pese al triunfo de AMLO no es una institución democrática y que se evidenciaría en temas polémicos y divididos que no sean la crisis de régimen que signifiicó el triunfo de AMLO) no son garantía democrática ni ejemplo de democracia participativa. La democracia participativa incluye también la existencia de estructuras de organizaciones sociales, de la sociedad, para poder decidir y que debilitan tendencialmente el poder del Estado centralizado y presidencialista. Es decir, estructuras de poder popular independiente del Estado. Si la consulta no es para hacer partícipe a organizaciones sociales autónomas del poder estatal, son medidas de propaganda política para legitimar una posición o mantener el apoyo electoral. Las consultas sobre el NAICM y el Tren Maya apuntan en esa dirección porque se realizan directamente por convocatoria de AMLO como presidente electo y realizada sobre la base de la organización de Morena. Como vemos del análisis del posible nuevo ascenso de las luchas y de los compromisos con la derecha y la burguesía puede abrirse un periodo de inestabilidad política, de gran dinamismo social y político y de necesarias nuevas decisiones políticas más fuertes o el desarrollo de tendencias bonapartistas queriendo conciliar entre intereses de clase cada vez más encontrados.
El carácter del nuevo gobierno.
El inédito periodo de transición entre julio y diciembre de 2018 obviamente apunta ya muchos elementos para una caracterización como ya hemos señalado en otros momentos. Ciertamente, sin embargo, también es prudente esperar el inicio formal del nuevo gobierno para confirmar los elementos o tendencias ya presentes. Al examinar la crisis del régimen durante el sexenio de EPN nos parecía claro que estaba en curso el surgimiento de un nuevo régimen político.No solamente por la crisis de legitimidad al nivel político, sino también en el terreno de las contradicciones y límites del neoliberalismo. Al prever la posibilidad de un cambio de régimen nunca lo equiparamos con una revolución social. Desde el final de la Revolución Mexicana hemos examinado la posibilidad de cambios de régimen sin que implique el fin del capitalismo.Por la dinámica de "la revolución interrumpida" en que los ejércitos campesinos y las fuerzas populares no contaron con una alternativa proletaria, programática, social y políticamente, pero los ejércitos burgueses destruidos tampoco pudieron imponer su dominio de clase completamente, el propio Trotsky explicó y lo retomamos como corriente político pudo surgir un régimen bonapartista sui géneris. Ese régimen bonapartista pudo mantenerse el resto del siglo XX por medio del régimen priísta. Con el control del PRI por parte de los neoliberales a fines de los años 80 y especialmente el fraude electoral de Salinas se impuso un nuevo régimen político representado por la alianza Salinas-Fernández de Cevallos. Es el régimen del PRIAN que vimos estos 30 años con las consecuentes transformaciones del carácter del PRI y del PAN que les llevo a coincidir, pese a otras diferencias políticas, en lo esencial del modelo neoliberal. El PRIAN ha representado el dominio de la oligarquía neoliberal que desplazó el dominio del equipo gobernante del bonapartismo priísta. Cada régimen político, aun en el marco del capitalismo, puede representar el dominio de diferente sectores de la clase dominante. Si el triunfo de AMLO se posibilitó entre otras cosas por la división de la burguesía y el recurso propagandístico de la Cuarta Transformación no parece representar un cambio radical como implicaría desmantelar toda la estructura neoliberal heredada e impuesta por los gobiernos del PRIAN durante estos 30 años, estamos ante el surgimiento de un nuevo régimen político o solamente de un nuevo gobierno. Si es lo primero, implicaría un cambio en el bloque de fuerzas dominantes, un desplazamiento de la oligarquía neoliberal representada por el PRIAN. ¿Cuál sería el nuevo bloque dominante de fuerzas burguesas representada en el amasijo de Morena y del gobierno encabezado por AMLO?
Más bien un gobierno con expresiones bonapartistas en el marco, conflicitivo, de la ola de gobiernos "progresistas" de AL. Un "progresismo tardío" pues llega en el declive de los gobiernos progresistas de AL al haberse acabado las condiciones para su desarrollo
4.- Los impactos internacionales del triunfo de AMLO y Morena. A nivel latinoamericano no confundir las necesidades de una política de Estado, aunque sea del estado Bolivariano Venezolano, con una perspectiva internacionalista clasista. ¿Volver a la política del PRI del siglo XX de "no intervención"? Marcelo Ebrard en vez de Vasconcelos? Una primera paradoja: ante la crisis en Nicaragua, Yeidckol Polensky presidenta de Morena apoya a los partidos del Foro de Sao Paulo que se alinean con Ortega-Murillo, mientras que el gobierno de EPN apoya a la OEA y su llamado a que se adelanten las elecciones presidenciales en Nicaragua para que salgan Ortega-Murillo.
5.- Los movimientos en lucha y la necesidad de la independencia política. Continuar la lucha, no frenarla. Continuar independientemente. La independencia con respecto al nuevo gobierno es el eje central de nuestra política. Por eso la necesidad de un polo anticapitalista (o el nombre que sea) independiente y alternativo al régimen. Independiente de cualquier gobierno diría Trotsky. En paralelo polo o partido socialista. No es que se abre una ventana o la lógica de apoyar lo bueno y criticar lo malo sino que al debilitarse las estructuras de control corporativo tradicional continuar la lucha y evitar el frenón que quiere el lopezobradorismo para mantener una frágil estabilidad política, como ha ofrecido a la burguesía con su tersa transición. El grave riesgo de un nuevo corporativismo. Malas señales en ese sentido. El acercamiento de las estructuras charras del priísmo al gobierno. Los ofreciemientos de otros que por razones fraccionales y sectarias se inclinan ante el gobierno. La escisión de la ANUEE bautizada con el mensaje de Bartlett. El proyecto de una nueva central sindical convocada por Napoleón Gómez Urrutia, ahora senador por Morena.Como hemos dicho con respecto a los tres afluentes que explican el que en esta ocasión se le haya reconocido el triunfo a AMLO es central el hecho que durante el sexenio de Peña con un régimen en crisis in crescendo se mantuvo y fue desarrollando una gran movilización de masas en lucha y resistencia que al aumentar el odio y rechazo al PRIAN, aunque no ganara sus luchas contra los neoliberales, generó una conciencia que se expresó en el "hartazgo popular" del 1 de julio. Es decir que el movimiento de masas en lucha y resistencia contra el neoliberalismo venía desde antes y no surge por el triunfo de AMLO. Es al revés. El reconocimiento del triunfo de AMLO ocurre por el cambio en la relación de fuerzas sociales en medio de la crisis del régimen que significó ese movimiento de masas en lucha transcurrido en forma paralela y sin el apoyo de AMLO. El nuevo gobierno ha sido posible por la lucha previa pero no es un gobierno de la lucha del pueblo y los trabajadores. Como ante cualquier gobierno, el movimiento debe continuar su lucha en forma independiente y exigiendo al nuevo poder político. El compromiso de AMLO con la otra cara de la moneda, explica sus características bonapartistas y sus límites y contradicciones de su "progresismo tardío". Pero la burguesía y sus partidos de derecha también le exigirán mayores concesiones al nuevo gobierno y si pueden buscar el camino para acabar con este gobierno y restaurar su vieja forma de poder político o aún más a la derecha y mayor autoritarismo. El fantasma de la derecha que recorre el mundo y experiencias especialmente como la de Brasil y el arribo de Bolsonaro empiezan a revivir una vieja consigna priísta. En los años 70 y con el anuncio de Echeverría de una "apertura democrática" los priístas hicieron popular la frase de "Echeverría o el fascismo". Y puede parecerles increíble si recuerdan el papel de Echeverría durante el 68 y el 2 de octubre como Secretario de Gobernación y luego como Presidente (1970-76) con Los Halcones y el 10 de junio y sobre todo el inicio de la práctica masiva de la desaparición forzada de personas, con la Brigada Blanca y la Federal de Seguridad, pero hubo sectores de alguna parte de la izquierda que cayeron en el garlito de "LEA o el fascismo". Con el ascenso de Bolsonaro algunos empiezan a plantear algo similar "AMLO o el fascismo", es decir apoyar al gobierno de AMLO y presentar cualquier crítica o propuesta alternativa como originada en la derecha o "haciéndole el juego a la derecha". Varias veces los lopezobradoristas han recurrido a esa calumnia, por ejemplo, contra los zapatistas. Lo hicieron en 2006 cuando la "otra campaña" y lo hicieron ahora con la candidatura de Marichuy. Igual algunos cardenistas lo hicieron contra Rosario Ibarra y el PRT cuando la campaña electoral de 1988. Es el viejo estilo stalinista y/o priísta de los campistas y los que dicen que cualquier crítica o posición alternativa le hace el juego a la derecha, como si ellos fueran "la" única y verdadera izquierda. Durante años el PRD quiso ser vista como la única izquierda y los medios así la presentaban y ante su colapso, Morena ahora dice ser "la" izquierda. La llegada de la extrema derecha en casos como el de Brasil no pueden verse simplemente como un sorpresivo y extraño vigor de la propia derecha. El balance requiere también una revisión crítica o autocrítica de la izquierda "progresista". Las alianzas de los "progresistas" con la derecha y las concesiones a la burguesía en el marco del neoliberalismo que ellos los exaltan como aciertos en su triunfo electoral , en realidad son los elementos que explican el fortalecimiento y el resurgimiento de la derecha y luego de la extrema derecha. Temer es el instrumento que lleva a la destitución de la Presidenta Dilma Rouseff y luego al encarcelamiento de Lula y el impedimento para presentarse en las presidenciales. Pero ¿quién es Temer? Es una fuerza de derecha que llegó por su propio impulso y vigor al poder? No. Temer era el vicepresidente de con Dilma Rouseff resultado de la alianza del PT con el partido de derecha de Temer. Era parte de ese mismo gobierno al que aprovechando el desprestigio del PT acusará de corrupción para destituir a Dilma (aunque Temer mismo está implicado en la corrupción). Si se recuerda esto se entiende que la izquierda radical en Brasil no necesariamente apoyara políticamente al PT (al momento del encarcelamiento de Lula si lo hizo defendiendo el derecho democrático de Lula y su liberación) pero no haciéndose parte de la dinámica del PT que lo llevaría al colapso. La obligación de la izquierda radical era mostrar que ante el fracaso del "progresismo" había otra opción de izquierda y no que apareciera la derecha o la extrema derecha como la única opción. ¿Qué tiene que ver esto con el gobierno de AMLO? Que el "Arca de Noé" que AMLO construyó con Morena y ahora en su nuevo gobierno incluye también a la derecha. En México no existe la figura de vicepresidente, pero han creado ahora la del Jefe de Gabinete. Y la designación de AMLO de este Jefe de Gabinete, desde antes de las votaciones, como instrumento clave del acercamiento con otros sectores burgueses y empresariales es precisamente Romo, el empresario vinculado a transgénicos y al Plan Puebla Panamá. La derecha ya está en el gobierno. Temer está representado por Romo. AMLO habla de Madero y tiene -como ha insistido Almeyra- a varios Victorianos Huertas en potencia, como Allende a Pinochet. Pero Romo dicen no es Bolsonaro. No; porque Bolsonaro es la extrema derecha el partido de los evangélicos. Estos eran una fuerza minoritaria antes de la caída del gobierno del PT y ante el desprestigio del mismo y el fracaso del "progresismo". Y en México ¿dónde están los evangélicos? AMLO insistió en traer a su "Arca de Noé" al partido más a la derecha de todo el espectro político: el PES fuerza política desconocida antes del 2018. La alianza de PES con Morena lo ha catapultado a una posición muy peligrosa similar al ascenso de Bolsonaro. La irresponsabilidad de esa alianza le ha permitido tener ahora infinidad de diputados y senadores que parecían imposibles para una fuerza de extrema derecha antes de este año (y con todas las luchas dadas por el movimiento de masas durante el sexenio) y que AMLO los ha llevado a un nivel muy peligroso. Ahí está el huevo de la serpiente. El nuevo gobierno que bonapartistamente pretende ser el conciliador de clases tiene en su seno a la derecha. Aun habiendo perdido su registro legal, con las uerza legislativa que tiene intentará a partir de enero recuperar su reconocimiento. Por eso tampoco aquí aplica el dilema de "AMLO o el fascismo". Se requiere una expresión social y política de la izquierda independiente, no subordinada al gobierno y sus partidos que mantenga la lucha de masas que permitió la llegada de AMLO pero que también ofrezca una alternativa al "·progresismo" desde la izquierda para no dejar ese campo libre solamente a la derecha. Es cierto que las tendencias al corporativismo y la subordinación política al nuevo gobierno serán muy fuertes y será complicado mantener el curso de independencia de los movimientos. La ventaja es que no estamos solos y el impacto del "progresismo" no es igual -pese a todo- al ocurrido en 1988-89 con la candidatura de Cárdenas y el surgimiento del PRD. La experiencia misma del PRD debería servir de lección para muchos deslumbrados con esta nueva experiencia. Obviamente es falso que le apostemos al fracaso del nuevo gobierno y de este "progresismo tardío" pero conociendo sus límites y contradicciones es urgente y necesario ofrecer un polo alternativo de izquierda. El reto que tenemos especialmente en este "periodo de gracia" que tiene todo nuevo gobierno per especialmente éste que es el primero en décadas que no es producto de un fraude y tiene por tanto este nivel de legitimidad, es saber traducir esta explicación que presentamos y este análisis que tiene que ser claro, traducirlo en línea política y acción y propuestas comprensibles para las masas populares en esta nueva circunstancia. Sin sectarismo pero tampoco sin seguidismo y subordinación, en el mejor estilo de la línea de un programa de transición que parte del nivel de conciencia alcanzado por las masas y la perspectiva de un poder alternativo. Porque no es solo ofrecer alternativa a nivel de movimientos sino de la perspectiva política de conjunto. Es cierto que hay condiciones en ciertos movimientos favorables a una orientación independiente y radical. En especial el nuevo movimiento feminista uy de mujeres, los movimientos ecoscoiales contra los megaproyectos la devastación ecológica y por supuesto los movimientos por la defensa de los derechos humanos, contra la guerra y la violencia desatada por la militarización que amenaza con continuar. es decir la lucha por la presentación de los desaparecidos contra el feminicidio. Pero aún en estos movimientos habrá diferencias. En el feminismo institucional las compañeras piensan que el objetivo de la lucha es ganar puestos de gobierno dinámica que ahora coincidirá con los intentos de nuevo corporativismo. En la lucha por los derechos humanos también la presión de quienes limitan la perspectiva a mayores modificaciones legales y medios para resarcir el daño, así como a la lógica del perdón y olvido
6.- Polo anticapitalista a nivel de un frente político social, por un lado. Por otro, avanzar en la construcción de un partido anticapitalista. Las consecuencias del triunfo de AMLO en cuanto a relegitimar al sistema electoral en crisis abre la posibilidad de un curso que nuevamente ponga en el centro o relegitime a la lucha electoral y de partidos. Pero como la llegada de AMLO a la Presidencia es producto de la crisis del régimen empuja también a la reconfiguración del sistema de partidos. Los que dijimos antes de la crisis -incluso de identidad- del PRI, del PAN y del PRD se ha hecho evidente ya estos días con el anuncio de Felipe Calderón sobre su salida del PAN (como lo hizo antes Margarita Zavala) y su pretensión de contsruir un nuevo partido de derecha. En enero del 2019 empieza (si no hay reforma legal electoral en este semestre) el periodo para el registro de nuevos partidos. ¿La OPT?, una federación de partidos? o un partido federado? ¿regrupamiento partidario? reagrupamiento trotsksita? La coalición socialista revolucionaria que nos propone la LUS?. ¿Registro del PRT? Los diversos proyectos que se están agitando y mencionando en este momento y las debilidades, sectarismos e inconvenientes de la mayoría. El riesgo de reagrupamientos que en realidad quieren posicionarse frente a Morena
Condiciones muy difíciles para superar el sectarismo o el agandallamiento para lograr el polo social y político anticapitalista y su urgente necesidad. Una perspectiva de mediano plazo y momentos. Registro legal al PRT. Reforma política que separe reconocimiento de las corrientes políticas del financiamiento público. Quitar el dinero del derecho político. Necesario un partido socialista. Registro al PRT. Regreso del PRT. Con reforma política electoral. Una estrategia de crecimiento y posicionamiento. Un pronunciamiento público del PRT ante ello.
*El presente texto es una versión ampliada y actualizada del informe político presentado por Edgard Sánchez a nombre del CP al Comité Central del PRT el 1 de septiembre de 2018. Una nueva actualización surgió de la discusión preparatoria del CP, el 13 de noviembre, para los temas de la Escuela de Cuadros del PRT de diciembre del 2018. Como originalmente era en su totalidad un guión también se incluyo una lista de lecturras de referencia que no llegan por supuesto a diciembre donde hay más elementos.
LECTURAS DE REFERENCIA.
La crisis del régimen: Dos vías ante ella. Resolución del XIII Congreso del PRT. Boletín Interno del PRT No. 1 Año 2017. También en el sitio del PRT: www.prt.org.mx
La NCT frente a la nueva situación política nacional: Continuidad “compensada” o alternativa real al neoliberalismo y la antidemocracia. Estructura ejecutiva de la NCT, agosto de 2018.
Declaraciones de Luis Rangel, Rafael Trujano, Andrés Lund, Guillermo Almeyra y Castor después de las votaciones del 1 de julio.
Informe presentado por Alicia al CC elaborado por la Comisión de Trabajo Feminista del PRT. Aporte para la discusión del CC del PRT del 1 de septiembre en torno al balance del resultado electoral. “Las mujeres y el proceso electoral”.
Texto de Cuauhtémoc Cárdenas sobre el nuevo gobierno.
Declaraciones del EZLN (Sub Galeano y Moisés) sobre el cambio de capataz y la hecha en la reunión con las redes de apoyo. La 4ª transformación …del PRI
Manuel Aguilar Mora: ¿Es Morena la resurrección del PRI?
“Los secretos de Esteban Moctezuma” por Mauro Jarquín Ramírez en La Jornada 25 de agosto de 2018.
“Neoindigenismo versus autonomía de los pueblos indígenas” por Gilberto López y Rivas en La Jornada del 24 de agosto de 2018.
“Los derechos indígenas y el gobierno del cambio” por Francisco López Bárcenas en La Jornada del 24 de agosto de 2018.
Gilberto López y Rivas “ El síndrome del Tratado McLane-Ocampo” en La Jornada 17 de agosto de 2018.
La agenda de las mujeres en la coyuntura nacional actual. Texto presentado por mujeres sindicalistas del movimiento urbano, colectivos feministas y organizaciones políticas el 27 de agosto de 2018 en conferencia de prensa en el STUNAM.
“No a la militarización de la seguridad pública” por Raúl Ramírez Baena.
Ponencia de Fidel Chávez en el primer foro de pacificación convocado por AMLO en Ciudad Juárez.
“Juárez, la larga sombra del securitarismo” por Willibaldo Delgadillo en La Jornada del 7 de agosto de 2018.
“Romo y el saqueo de la Lacandona” Carlos Fazio. 27 de agosto de 2018.
“América Latina y la conciliación de clases” por Peter Rosset. 19 de agosto.
“Alfonso Romo” por Luis Hernández Navarro. El 14 de agosto de 2018.
“La ruta de la desobediencia” por Lev M. Velázquez Barriga el 7 de agosto de 2018.
“Huracanes magisteriales” por Luis Hernández Navarro. 7 de agosto de 2018.
“La deuda externa en México” por Eric Toussaint. Publicación del CADTM.
“La carta de AMLO a Trump” por Luis Hernández Navarro.
“Los primeros 100 días de AMLO” por Guillermo Almeyra en dos artículos: www.prt.org.mx/nodo/500 y www.prt.org.mx.nodo/501
Luis Rangel: 1 de julio de 2018 un nuevo periodo histórico se abre. Ver www.prtmexico.org
“¿Escuchaste?” por Raúl Romero. 25 de julio de 2018.
“¿Dónde estamos actualmente?” por Guillermo Almeyra. 9 de julio de 2018.
“CNTE, AMLO y huelga magisterial” por Luis Hernández Navarro. 12 de junio de 2018.
“Claudio X. González, AMLO y la corrupción” por Luis Hernández Navarro. 17 de julio de 2018.
“La sociedad mexicana frente al proyecto político de AMLO. Grandes esperanzas, pequeñas promesas” por Gloria Muñoz R. en Brecha del 6-7-2018.
“¡Es el capitalismo” por Gilberto López y Rivas. 6 de julio de 2018.
“Estridencia, violencia y evangelismo electoral” por Bernardo Barranco, julio de 2018.
“Humillante derrota electoral del PRIAN” declaración de Rafael Trujano Fermoso la noche del 1 de julio. Ver www.prtmexico.org
“El proyecto político de AMLO: ¿Cambio de régimen?” por Carlos Fazio en Brecha 29-6-2018.
“Necro elecciones” por Gilberto López y Rivas. 27 de junio de 2018.
“La Cuarta Transformación” por Luis Hernández Navarro. 29 de junio de 2018.
“¿Y el 1 de julio?” por Edgard Sánchez el 27 de junio de 2018. Ver www.prt.org.mx
“La crisis del régimen y las elecciones del 2018” Declaración del PRT del 19 de junio Ver www.prtmexico.org