Partido Revolucionario de los Trabajadores
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ELEMENTOS PARA UN PRIMER BALANCE SOBRE LA REBELIÓN EN ECUADOR
Edgard Sánchez*
El pasado 3 de octubre fueron anunciadas por el gobierno de Lenín Moreno una serie de medidas, reafirmando su convicción neoliberal, para cumplir con las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI). El llamado “paquetazo” (Decreto 883) incluyó la eliminación del subsidio a las gasolinas, la disminución del 20 por ciento de remuneración para los contratos ocasionales; la reducción de 30 a 15 días de vacaciones a los empleados públicos; la eliminación del impuesto de salida de divisas, entre otras iniciativas tendientes a la flexibilización de la fuerza de trabajo que, por supuesto, se suman a una constante imposición de políticas hambreadoras y antipopulares definidas por los organismos financieros internacionales y que se han venido desarrollando en los últimos años, tanto en Ecuador como en otros países del continente.
La respuesta de la población y con ella de diversas organizaciones sociales fue contundente, relevantemente de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) y el FUT (Frente Unitario de Trabajadores), pero también de los sindicatos de educadores y la federación de estudiantes universitarios y amplios sectores populares, especialmente de mujeres. En las universidades se crearon centros de paz y acopio de víveres.manteniendo por 11 días consecutivos el paro y las fuertes protestas callejeras a las que se sumó la masiva movilización de los pueblos indígenas, dando como resultado una primera e importantísima victoria para el pueblo ecuatoriano: la derogación del Decreto 883, la noche del 13 de octubre. Al mismo tiempo, las y los manifestantes enfrentaron una brutal represión por parte del gobierno desde el inicio de la protesta, escalándola hasta la declaración del estado de emergencia y el toque de queda. En todo el país se desplegaron las fuerzas armadas, además de la policía que frecuentemente se vio desbordada por la protesta. El país se militarizó. El saldo hasta ahora (14 de octubre) es de al menos siete muertos y miles de heridos y de detenidos, para quienes es necesario exigir justicia, así como la liberación inmediata de los detenidos y la garantía de que no haya más persecución contra los manifestantes y dirigentes de organizaciones.
Pese a la magnitud de la represión ha sido impresionante la capacidad de resistencia y la fuerza del movimiento, especialmente con la movilización indígena que se trasladó a Quito y otras ciudades. Siendo decisiva la participación indígena al llegar a las ciudades, debe destacarse también la solidaridad que de inmediato recibieron de otros sectores populares en lucha como los estudiantes, las mujeres y trabajadores urbanos. Cuando el sábado 12 de octubre el gobierno anunció con sólo dos horas de anticipación el toque de queda, en horas del día y cuando el movimiento indígena ya estaba acampado en parques de la ciudad, la respuesta popular fue contundente. Un cacerolazo durante varias horas desde las casas y centros habitacionales sin necesidad de marchar en las calles.
La derogación del Decreto 883 concentró todas las demandas y reclamos populares contra el gobierno y el neoliberalismo. Pero además de concentrar otras demandas de determinados sectores sociales, sean del movimiento indígena, de los trabajadores y asalariados, de las mujeres luchando contra el patriarcado capitalista o los estudiantes de las universidades, sobre todo debido a la brutal represión se fueron incorporando en la práctica demandas políticas como la exigencia de la renuncia del Secretario de Defensa, Oswaldo Jarrín y de la Secretaria de Gobierno, María Paula Romo, responsables directos de la violencia desatada contra la población. Pero el nivel de polarización llegó al punto de que antes de se iniciara el diálogo con el gobierno, el movimiento, especialmente la CONAIE, reclamaba que primero se derogara el Decreto y después reclamaba, además, que Lenin Moreno pusiera en la mesa de dialogo su renuncia.
La respuesta del gobierno, aunque mantuvo todo el tiempo la represión, se dio también en el terreno político. Por un lado haciendo una campaña pública, sobre todo internacional, queriendo explicar, denunciar, la explosión popular contra el neoliberalismo en Ecuador como manipulado o provocado desde el exterior por Maduro desde Venezuela o por Correa desde Bélgica. Siendo una afirmación absurda que pretende reducir una explosión social a una conspiración, también busca generar desconfianza en el movimiento al suponer una manipulación con fines político partidarios de los restos de la organización de Rafael Correa y su Revolución Ciudadana, que obviamente tenían que apoyar a la movilización popular autónoma (y también serían los que más énfasis pondrían en la caída del gobierno de Moreno). Pero la maniobra política principal del gobierno consistió en finalmente aceptar entrar en negociación pero realizarla en diversos momentos y con diversos actores de la revuelta por separado para dividirla. Primero fue la negociación con los transportistas, con los cuales sin derogar el Decreto, acepta un aumento a las tarifas del transporte. El domingo 13 de octubre es la principal negociación, en este caso con la CONAIE, donde finalmente tiene que ceder y aceptar la derogación del Decreto 883 para lograr así la desmovilización indígena que ocupaba Quito y otras ciudades. Pero al mismo tiempo que entra a negociación con la CONAIE el domingo 13, pasa el diálogo con el FUT hasta el martes 15, ya sin la presión de la ocupación urbana del movimiento indígena.
El resultado de la negociación es por este motivo complejo. Es impresionante que el movimiento indígena logró imponer la condición de que el diálogo entre las partes fuera público. Las redes sociales que fueron muy importantes en exponer la solidaridad internacional con el movimiento indígena y de colaborar con la comunicación interna en el movimiento (no es por casualidad que en el momento más álgido, el gobierno intentó bloquear a estos medios de comunicación) también fueron determinantes en trasmitir en vivo momentos centrales del diálogo público, en donde representantes indígenas de la CONAIE daban lecciones de economía a los funcionarios del gobierno. Durante el histórico movimiento estudiantil de 1968 en México, una condición para el diálogo con el gobierno (famoso por sus habilidades para cooptar, comprar o liquidar a los voceros de los movimientos) fue que este diálogo fuera público. Esta condición nunca fue aceptada en ese caso y el gobierno optó por la masacre en Tlatelolco.
Pero siendo un triunfo la derogación del decreto 883, el acuerdo incluye integrar ahora comisiones para elaborar y acordar un nuevo decreto para responder a la crítica situación económica del país. Por supuesto que esta nueva negociación tiene que ser muy complicada si se parte de las premisas del neoliberalismo y al mismo tiempo compromete con su conclusión al movimiento si colabora con su elaboración.
Por otro lado, la derogación del Decreto 883, al mismo tiempo ha pospuesto las demandas políticas que tenían que ver con el cese a la represión, especialmente el cese o renuncia de los funcionarios antes mencionados, pero también la libertad de los presos y el castigo a los culpables de los asesinatos. Finalmente también frenar la dinámica que ya ponía en duda la continuación del gobierno de Lenin Moreno. Ahora no solamente no hay solución en relación a los muertos y detenidos durante estos 10 días, sino que continúa una represión selectiva, especialmente contra seguidores de Correa, lo que ha provocado que por lo menos 4 personas hayan solicitado asilo a México en su embajada en Quito.
La rebelión popular en Ecuador ha destacado como el actor social y político más relevante al movimiento indígena. En previos momentos, incluso derribando otros gobiernos, ya ha jugado este papel relevante. De hecho, jugó, ahora a nivel social, el papel de vanguardia de la rebelión. Para algunos analistas, incluso en México, simpatizantes o voceros de la propuesta de lucha de “no poder” y por tanto “no partido” este elemento les parece la confirmación de sus tesis, incluso de cómo se fue constituyendo durante la movilización y la revuelta, “el “pueblo”. Indudablemente la situación es más compleja pues pese al nivel de organización del movimiento indígena en CONAIE (Confederación de Nacionalidades indígenas de Ecuador), la ausencia en general propiamente de un partido anticapitalista influye en la contradictoria y probablemente temporal salida a la crisis en la forma que la hemos señalado. La calumnia de Moreno acusando al movimiento de estar manipulado por Correa, ciertamente obliga al deslinde político del propio movimiento. No es casual que Jaime Vargas, dirigente de CONAIE, haya declarado a "Sputnik" que seguramente el siguiente paso sería organizar un partido político y estar dispuestos a llevar en las elecciones de 2021 a la Presidencia a un indígena. Las contradicciones al respecto aparecieron al día siguiente cuando una declaración oficial de CONAIE desmintió el tema y dijo que los medios internacionales habían malinterpretado la declaración del dirigente de CONAIE.
La rebelión popular en Ecuador no solamente ha confrontado abiertamente al neoliberalismo, sino que también ha coronado las contradicciones y límites del “progresismo”. La ruptura, la traición como se dice, de Moreno con Correa es ciertamente oportunista y al nivel político con respecto a la “Revolución Ciudadana” pero manteniendo el control del partido Alianza País. Pero sobre todo porque hay una continuidad de las políticas neoliberales entre los dos gobiernos. No es que Correa al presentarse como post neoliberal haya roto completamente con el neoliberalismo y Moreno haya regresado al neoliberalismo. Es que las contradicciones del “progresismo” en América Latina incluyen el mantenimiento de políticas centrales neoliberales. En el caso de Correa, como en otros gobiernos progresistas de América Latina, es clara la continuidad de una política extractivista que ya había chocado con el movimiento indígena y que ya había llevado a la criminalización del mismo por parte de Correa. También atacó al importante sindicato de profesores, como en otros países de América Latina para imponer la reforma educativa. Con tuvo el apoyo de una auditoría sobre la deuda odiosa, el gobierno de Correa desconoció temporalmente la deuda y consiguió una quita importante, pero no se atrevió a ir más allá en la ruptura con los organismos internacionales. Un giro a la derecha fue pronunciado especialmente en los dos últimos años de su gobierno. En consecuencia, los compromisos con las instituciones financieras internacionales y el decreto de Moreno subordinado a los planes del FMI son consecuencia de tales compromisos. No hay que olvidar que Moreno fue el vicepresidente de Correa durante sus dos periodos de gobierno (del 2007-09 y 2009-13)
Como dice Decio Machado en su análisis “en lo económico y terminado el boom de los commodities, Rafael Correa entregó un país donde el gasto público era ampliamente superior a los ingresos permanentes necesarios para sostenerlo, lo que implicaba reformas de carácter estructural que abría las diferentes opciones para el nuevo gobierno de Lenin Moreno”. Sin pretender justificar a Moreno y sus opciones, la contradicción es propiamente del “progresismo” pues por eso desde el punto de vista de los economistas la política de Correa llevaba a esos “ajustes” neoliberales que en su momento no quiso realizar pero que dentro de esa lógica económica tendría que aplicar Moreno. Nuevamente´ se muestra la necesidad de una alternativa anticapitalista.
De todos modos la resistencia en Ecuador ha enviado el mensaje de que es posible frenar a los enemigos del pueblo, pues la lucha contra el FMI y sus representantes en los gobiernos es una lucha común de los pueblos de Nuestra América, desde los cuales requerimos construir proyectos anticapitalistas totalmente distintos, que pongan en el centro la defensa del trabajo, los recursos, los territorios; la defensa de la vida. Pone también a discusión el llamado “giro a la derecha” en América Latina con la llegada de gobiernos como Bolsonaro en Brasil , Macri en Argentina y Duque en Colombia pues si bien estos ocurrieron en el terreno institucional, en el nivel de la lucha de clases la tónica parecen cada vez más las revueltas populares: en Honduras, en Puerto Rico, en Haití y ahora en Ecuador. Obviamente esto tendrá consecuencias también en el terreno electoral, como ya se anuncia en Argentina pero de todos modos la realidad de la lucha de clases en el nivel de la revuelta popular también se impone. Obviamente en todos los casos, incluso con el nuevo gobierno, también “progresista”, de México el problema es la ausencia de fuertes alternativas políticas anticapitalistas en estos países.
*Texto presentado por el autor para introducir una discusi`ón sobre la rebelión en Ecuador durante la reunión del Buró Ejecutivo de la IV Internacional en octubre de 2019.
Algunas referencias:
Mario Unda: “Primer balance de una victoria. Se abre una nueva fase de la resistencia popular” enCorrespondencia de Prensa de Ernesto Herrera
Decio Machado: “Crónica y análisis de una victoria histórica del movimiento indígena” en Viento sur, digital.
Entrevista a Soledad Stoessel en Página 12: “Fue una negociación pública inédita en la historia de Ecuador”
Julio César Guanche: “Ecuador: el comienzo del fin del gobierno de Lenin Moreno” en CADTM
Marco Teruggi (Sputnik): “CONAIE, actor clave de la crisis en Ecuador” en La Jornada, el 13 de octubre de 2019.
Magdalena Gómez: “Triunfo de la insurrección indígena ecuatoriana” en La Jornada del 15 de octubre de 2019.
“Indígenas de Ecuador niegan que vayan a formar un partido” en La Jornada del 17 de octubre de 2019.
R. Aída Hernández y Juan Illicachi: “La fuerza de la insurrección en Ecuador” en La Jornada del 16 de octubre de 2019.