Edgard Sánchez: Tomar partido: sí, pero con la izquierda anticapitalista

 TOMAR PARTIDO: SÍ PERO CON LA IZQUIERDA ANTICAPITALISTA

Edgard Sánchez *

 

Participamos hoy en esta sesión para abordar especialmente el tema de la dimensión política de la crisis actual. Por tanto y por razones de tiempo, omito hablar sobre el carácter más general de la actual crisis que, por cierto,  ha sido abordado en sesiones anteriores organizadas por el PRT en este canal (de youtube). Pero parto de lo explicado en sesiones previas y en diversos textos publicados estos días tanto del PRT como de la Cuarta Internacional. En síntesis ubicando a ésta como una crisis multidimensional, expresión de la crisis civilizatoria, al que ha conducido el capitalismo. Es decir, no solamente como la crisis sanitaria producto de la pandemia, pero su entrelazamiento con la crisis ecológica y la previamente anunciada a nivel económico. Esta confluencia está teniendo graves consecuencias en el terreno social, económico y de derechos humanos que planean que la “nueva normalidad” resultante al final de la cuarentena será desastrosa por el interés capitalista de hacer pagar el costo de la crisis a la clase trabajadora, especialmente a las mujeres y en otros niveles a migrantes, pueblos indígenas y sectores de la llamada economía informal. No solamente el costo en términos de salud, muertes y contagiados, sino en pérdida de empleos, derechos y sometidos a un incremento de la violencia, desde el feminicidio, incluso en el espacio doméstico, hasta el producto de la militarización y la continuación de la llamada guerra contra el narcotráfico, pasando también por la represión policiaca a las protestas sociales, como acabamos de ver estos días en Guadalajara y la CDMX.

Precisamente por lo anterior es que ahora queremos centrarnos más bien en el examen de los cambios que ocurren y en la evolución del régimen político actual en nuestro país. Pues clarificar esto será necesario para ubicar las condiciones de lucha que enfrentaremos ahora y en los meses siguientes en que se formalice el fin de la cuarentena y el inicio de la “nueva normalidad”.

En el Comité Central del PRT hemos venido examinando los cambios de estos meses. En el CC de agosto pasado señalamos que la llegada del gobierno de AMLO y la dinámica social a partir de 2018 es del mantenimiento de un ascenso de las luchas y de un proceso de radicalización. Como pudimos ver en octubre pasado, con la explosión del “volcán social latinoamericano” (Ecuador, Chile, Bolivia, Puerto Rico, Honduras)  el estallido social previsible (el Tigre que decía AMLO) si se volvía a imponer un fraude en 2018 respondía a una dinámica común a nuestros países. La hipótesis de la explosión social si había fraude se confirmó por la negativa cuando vimos que sí ocurría la explosión de esa magnitud y con esas formas en los otros países latinoamericanos. En México no ocurrió la explosión porque se impuso la transición pactada (1). Pero la lucha de clases continuó y las movilizaciones populares también pese a los que querían deslegitimarlas diciendo con obsesión maniquea que toda crítica le hace el juego a la derecha. Entonces insistimos en que el voto del hartazgo popular se explicaba por la permanente movilización y lucha contra las reformas neoliberales de Peña y crímenes como los de Ayotzinapa. Aunque AMLO no hubiera apoyado a esas luchas, concentrado en su campaña electoral, el reconocimiento de su triunfo en 2018 no se entiende sin esas luchas previas. Y por la confianza ganada con la derrota y desfondamiento del PRIAN, las luchas después de julio de 2018 continuaron y apuntaban a crecer. Por lo mismo, el nuevo gobierno no solamente se ubicaba en las contradicciones de un progresismo tardío sino también con rasgos bonapartistas. Estos rasgos bonapartistas, con la crisis detonada con el coronavirus, una crisis histórica, se han profundizado y son decisivos en la actualidad. Con la historia inmediata de las permanentes luchas del pueblo mexicano, especialmente durante el gobierno de Peña Nieto, el gobierno de AMLO está obligado a tomar en cuenta esa radicalidad que llegó a reclamar masivamente el “Fuera Peña” para, sin abandonar sus principales proyectos neoliberales, especialmente los megaproyectos ecocidas, recurrir más y más a estos giros bonapartistas para no despertar al “Tigre” herido y provocado con las terribles consecuencias del empalme de la crisis sanitaria y la crisis económica.
Para entender las condiciones de lucha, asumimos como central entender y explicar el carácter del nuevo gobierno y la posibilidad de un nuevo régimen, a la caída del régimen de la oligarquía neoliberal. Es lo que analizaron las dos resoluciones del CC recogidas en los dos números de la revista La Internacional y donde desarrollamos la descripción de un “progresismo tardío” y sus giros bonapartistas. Distinguimos el concepto de un nuevo régimen político que va más allá de un nuevo gobierno. Un nuevo régimen político aún en el marco del Estado capitalista implicaría un reacomodo de las clases dominantes hegemónicas en el aparato de Estado, un nuevo bloque de las clases dominantes, que sustituyera al bloque de la oligarquía neoliberal del PRIAN simbólicamente iniciado con el Pacto Salinas-Fernández de Cevallos. Pero, dijimos que no estaba claro todavía si se consolidaba o no un nuevo régimen porque no parecía completarse o consolidarse el reacomodo de un bloque dominante y qué sectores de la burguesía lo constituirían. Un reacomodo de las clases dominantes en ese nuevo régimen, no sólo un nuevo gobierno, marcado por una orientación que hemos llamado “progresismo tardío”. Precisar eso implica ubicar las diferentes fracciones e intereses burgueses presentes en el bloque pluriclasista alrededor de AMLO y que en términos políticos identificaba Luis Hernández Navarro, durante la campaña electoral, en Morena como una “Arca de Noé” por su heterogeneidad. Las respuestas del gobierno de AMLO en el terreno económico y social durante esta contingencia van mostrando ya el camino de ese reacomodo de las clases dominantes, del nuevo bloque alrededor del gobierno de AMLO, más que de Morena como partido que está sumido en la crisis y parálisis.

Este reacomodo de las fuerzas dominantes en el nuevo régimen en formación se ha expresado en diferencias y choques públicos interburgueses. Los más significativos para demostrarlo serían: 1 - El ataque permanente de la extrema derecha a AMLO por el manejo de la crisis de la pandemia, incluido el llamado de Javier Alatorre a no seguir las recomendaciones de López Gatell,  2.- también sobre la obligación de seguir medidas sanitarias a la fuerza,  3.- la expresión pública llamando a la caída o renuncia de AMLO antes de diciembre del 2020. Los bloques empresariales destacadamente de Coparmex en esa lógica, pero también del bloque de gobernadores que no son de Morena, que Alfaro de Jalisco quisiera encabezar, pero 4.- sobre todo la diferencia en relación al rechazo de AMLO a contraer nuevas deudas con el FMI para el “salvamento de la crisis”.

Es cierto que las respuestas del gobierno de AMLO ante la crisis han sido diferentes a lo que sería la tradición de los gobiernos neoliberales tanto del PRI como del PAN para no hablar de actuales gobiernos de derecha como los de Trump, Bolsonaro o Piñera. No sólo por el manejo de la crisis sanitaria para “aplanar la curva de contagios” buscando alargar su efecto para evitar el inmediato colapso del sistema de salud por medio de una campaña del “quédate en casa” bajo la presión del convencimiento más que de la represión (ya hablaremos de la represión de estos días).

La diferencia sobre el plan de salvación con nuevas deudas. 

 

Lo interesante en este terreno, más bien, es la respuesta en el terreno económico y social, ya en el marco del empalme de la crisis sanitaria con la crisis económica. Esto ha llevado a una fuerte disputa interburguesa y reforzamiento de la campaña mediática de sectores de la derecha más reaccionaria contra el propio gobierno de AMLO. La diferencia central se ubica en el rechazo de AMLO de la solución a la crisis por la típica fórmula neoliberal del “salvamento” de la economía, es decir el salvamento de los empresarios, de la burguesía, por medio de nuevas deudas que amarran al país durante años. El enojo empresarial tiene que ver con la oportunidad que ellos ya preveían de aumentar sus ganancias a costa de la crisis y del pago de la misma por parte del pueblo trabajador de esta generación y las que siguen. El método burgués tradicional. La avaricia patronal y burguesa presente siempre en circunstancias como ésta es contra la que ha advertido desde el principio la Cuarta Internacional, así como otros pronunciamientos del PRT, la NCT (Nueva Central de Trabajadores) o el Llamamiento latinoamericano de puebls originarios y movimientos populares, que se resume en: Defendemos nuestras vidas, no las ganancias de la burguesía. Salud, pan y trabajo, dijo la NCT.

La negativa de AMLO a recorrer el camino de un “plan de salvación” por medio de nuevos endeudamientos con el FMI, no implica necesariamente que se trata de un gobierno representativo de las clases trabajadoras, pero muestra que aún sin romper con el capitalismo, puede haber otro camino. Como dijimos en el CC de agosto pasado, los aspectos centrales de la política económica del gobierno continúan siendo marcados por el neoliberalismo. En los puntos de emergencia acordados por el gobierno en días pasados, por ejemplo, entre los puntos en que no habrá recortes, ni austeridad, ni suspensión de gastos, están los proyectos “insignia” del gobierno y que tienen que ver con los megaproyectos, como el Tren Maya, el plan transítsmico, el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, etc. Y junto con ello, la profundización del plan de austeridad, concepto que incluso ha logrado presentarse como un aspecto positivo cuando en las décadas anteriores y frente a gobiernos neoliberales en todo el mundo la lucha central de la clase trabajadora ha sido precisamente contra los planes de austeridad neoliberales. O sea, es posible una respuesta que mantenga los proyectos neoliberales sin aceptar en este momento nuevos endeudamientos con el FMI. No por convicción ideológica de un líder que se opuso tenazmente en su momento al Fobaproa, pues resulta que el Fobaproa como los intereses y servicios de la deuda se siguen pagando y están contemplados en el presupuesto de egresos vigente. La Secretaría de Hacienda ha anunciado también otros planes que todavía hay que examinar por la opinión que afirma que abre el camino a nuevas deudas. Pero en todo caso no se trata de deudas con el FMI que normalmente van acompañados de nuevos “planes de ajuste” que pagan las clases trabajadoras.
Tampoco es precisamente que, acorde con la consigna de que “primero los pobres”, la negativa de aceptar nuevos endeudamientos tenga que ver con la prioridad de relanzar programas sociales, como ha sido el elevar algunos a rango constitucional. Algunos programas sociales, como antes Progresa o Pronsaol, se implementaron, aunque fueran terrible fuente de corrupción, desde la época neoliberal. Y los del nuevo gobierno (o heredados desde la administración de AMLO en el GDF como las tarjetas para la tercera edad) son ciertamente parte de una estrategia común a varios gobiernos progresistas con énfasis en programas asistenciales, al tiempo que se mantienen megaproyectos neoliberales. La peculiaridad de este gobierno progresista es que llega tardíamente al proyecto cuando los precios del petróleo y otras commodities, están a la baja (y el petróleo cada vez más) que fueron el sostén de esos programas asistenciales en varios países latinoamericanos, empezando por Venezuela en la época de Hugo Chávez. El “progresismo tardío” no cuenta con esa fuente de recursos (como hubiera sido si llega al gobierno en 2006, cuando el primer fraude contra AMLO) y aunque impulse la nueva refinería, la lucha contra el huachicoleo y demás, mantiene la reforma energética neoliberal y basa su estrategia para los planes sociales en la lucha contra la corrupción y más austeridad. Pero la lucha contra la corrupción y la austeridad no bastan para realmente enfrentar la crisis y lanzar el desarrollo que hasta Ramírez Cuéllar de Morena señala, pero para justificar nuevos endeudamientos.

Desde nuestro punto de vista, el de la izquierda y los movimientos sociales del pueblo trabajador, hay otra perspectiva: la cancelación de la deuda externa y pública. Otra opción que no es la de la derecha que quiere nuevos endeudamientos, pero tampoco la de imponer más austeridad y pretender financiar programas sociales limitados con los recursos recuperados de la corrupción. Incluso, sin necesidad de un gobierno anticapitalista, la perspectiva del desconocimiento de la deuda, la cancelación de las deudas públicas, como ha insistido Eric Toussaint desde el CADTM y como han recogido nuestros pronunciamientos como PRT y como Cuarta Internacional implicaría un giro en el financiamiento de programas sociales, basados en el desconocimiento de la deuda y la base para una medida más radical en este terreno como sería el establecimiento de la renta básica universal, como proyecto que supera las tarjetas de apoyo para la tercera edad, para las madres solteras, becas para estudiantes o apoyos para personas con discapacidad. Incluso en la cuarentena actual es completamente lógica pues la consigna de “quédate en casa”, como todo mundo señala, es imposible de realizarse por una mayoría de la población que vive de la economía informal y por tanto vive al día con lo que gana trabajando en la calle. La renta básica universal para toda persona mayor de edad habría permitido el confinamiento en casa sin la presión del ingreso del día o la amenaza cumplida de despidos o “descansos” sin salario o salario disminuido. Como ha insistido Toussaint, el desconocimiento de las deudas públicas puede tener hoy una gran legitimidad social y moral que puede justificarse incluso legalmente como una medida de emergencia frente a la crisis actual.
Pero lo que queremos destacar es que el debate sobre este curso ha acelerado la pugna interburguesa y probablemente el reacomodo de un nuevo bloque dominante en un nuevo régimen político en construcción (no sólo un nuevo gobierno). Como el “Arca de Noé” alrededor de AMLO implicó la confluencia de diversos, diferentes e incluso a veces confrontados intereses de diversos sectores de clase ahora frente a una crisis desatada por el coronavirus que no se esperaba, se ha desatado una fuerte pugna interburguesa. Hay que recordar que el bonapartismo no se refiere solamente a un gobierno que busca mantener el sistema equilibrando entre intereses del proletariado y la burguesía, sino también entre sectores de la burguesía, precisamente porque ninguna clase es homogénea. Y esto ocurre en este momento. Porque tampoco se trata de una pelea entre la burguesía y el gobierno de AMLO, sino entre diferentes sectores de la burguesía pues también hay un importante sector que apoya al gobierno. Están furiosos los que piensan que es una tontería mantener programas sociales y no avanzar hacia un nuevo endeudamiento que los enriquezca aún más, con la avaricia por regla para aprovechar la tragedia humana de la crisis actual para obtener más ganancias. El incidente de las declaraciones de Javier Alatorre de TV Azteca, del grupo Salinas, es ilustrativo de las contradicciones actuales. Tras las estúpidas declaraciones de Alatorre se van esos sectores burgueses que destilan odio y desprecio clasista contra las masas populares y que hasta de socialista acusan a AMLO, un nuevo Chávez o Fidel, porque no vela puntualmente por sus intereses. En vez del interés inmediato de un sector de la burguesía, vela por la estabilidad general del sistema. Pero frente a los incendiarios discursos de la COPARMEX, está al alineamiento con AMLO (aunque cuestionado internamente) del Consejo Coordinador Empresarial, o ante la actitud de una parte del Grupo Monterrey, está Alfonso Romo, Jefe del Gabinete y representante de otros intereses burgueses como los de Monsanto o el negocio del agua.

Ellos siguen apoyando al gobierno (incluso son parte del gobierno), pese a las maniobras bonapartistas que a veces tenga que hacer AMLO (como la consulta en Mexicali o en Texcoco). Y así sigue también del lado del gobierno, Carlos Slim y las empresas extranjeras que han ganado la licitación para la construcción del Tren Maya hace días, en medio de la cuarentena. Las posibilidades de su consolidación, sin embargo, también tendrán que ver con otras consideraciones políticas. En estas opciones del gobierno federal, el juego bonapartista se despliega, ciertamente, entre sectores de la burguesía con intereses diferentes y también frente al pueblo, el “Tigre” que AMLO dice no debe despertarse, y que como han demostrado simbólicamente las protestas por la represión en Guadalajara o en la CDMX auguran posibles explosiones si en medio de la crisis se estira demasiado la liga.

La salida represiva tipo estado de sitio

La otra amenaza en las respuestas de los gobiernos de todo el mundo en medio de la crisis y con la excusa de la pandemia es que para asegurar el mantenimiento de las ganancias recurran a medidas de fuerza, a respuestas autoritarias e incluso como en Chile, prácticamente a nuevos estados de sitio. Hasta el momento, afortunadamente, no ha sido el curso impulsado por AMLO desde el gobierno federal. Por medio de la cara amable del gobierno en esta crisis, Hugo López Gatell, se ha insistido permanentemente en la consigna de “quédate en casa” pero han rechazado explícitamente identificar el confinamiento con estado de sitio. Ya hemos comentado los efectos negativos y reaccionarios del confinamiento social (tanto ante la vida de las mujeres como para evitar la movilización y lucha en las calles) y en ese sentido general es también un estado de excepción, pero no ha llegado en el caso de México a un estado de sitio o suspensión de garantías. El énfasis para aplanar la curva de contagios ha estado en ganar la conciencia de la gente, lo que ciertamente lo hace difícil por la ignorancia, las criminales arengas de Alatorre…o por las necesidades sociales que obligan a la gente a seguir trabajando en la calle. Esto último, seguramente, explica también la prudencia oficial para no confrontarse en esta circunstancia con el “Tigre” popular. Obviamente hay contradicciones y tentaciones autoritarias. Gobernadores como los de Baja California, Jalisco y Michoacán, así como algunos municipios grandes o chicos (algunos de Sonora, en Tijuana o pequeños pueblos en Oaxaca) ya han impuesto medidas represivas para imponer el aislamiento social, desde detenciones y encarcelamientos, acoso policial, o multas desproporcionadas al que salga a la calle. El ejemplo extremo es la detención y asesinato de Giovanni López, a manos de policías estatales de Jalisco, por no usar tapabocas en la calle. A pregunta explícita en las “mañaneras” o en las “vespertinas”, López Gatell y López Obrador han rechazado las medidas autoritarias e incluso en los nuevos puntos de política económica y social, anunciando más austeridad, se advierte contra las tentaciones represivas. Eso no quita que además de gobernadores y presidentes municipales que quieren represión ya, hay también otras señales. Tal es el caso dramático de la brutal represión ocurrida en estas horas en Jalisco, a cargo del Gobernador Alfaro. Pero también la represión en la CDMX ayer que aunque de inmediato Claudia Scheinbaum se ha deslindado, muestra la lógica de actuación de la policía, incluso del supuestamente disuelto cuerpo de granaderos. No abundo más porque hay ya una declaración del PRT al respecto.

 

En realidad, las diferencias con respecto a la represión es por la utilización político-electoral que hace el bloque de gobernadores opositor al gobierno federal que quieren mostrar que es mejor su alternativa de mano dura como lo hace Alfaro, Gobernador de Jalisco o el del Gobernador de Tamaulipas, Cabeza de Vaca, al detener arbitrariamente a la abogada Susana Prieto Terrazas, asesora del Movimiento 20-32 y su proceso de sindicalización independiente. Sus acciones son provocaciones para pretender generalizar la violencia política. En su criminal actuación no les importan las vidas humanas para impulsar su proyecto de debilitamiento del gobierno de AMLO.

Obviamente esto no implica que haya una polarización tajante entre "abrazos o balazos". Si bien el gobierno federal ha cuidado no enfrentar al movimiento social con estado de sitio ante la pandemia, al mismo tiempo y desde el principio ha apoyado y continuado el proceso de militarización de la seguridad pública. Ejemplo determinante de esto es la creación de la Guardia Nacional y la utilización por tanto del ejército para labores de seguridad pública. Además de tratarse de una medida anticonstitucional es la continuación de la militarización, de la guerra, de los gobiernos neoliberales anteriores, especialmente el de Felipe Calderón y el de Peña Nieto.

La crisis del sistema político y de partidos.

Pero en realidad, el problema del autoritarismo se ubica más claramente en el terreno político. En medio de la crisis y de la cuarentena (todos a las casas) la centralización del poder, incluso bonapartista, se facilita. Prácticamente todas las instituciones del Estado están cerradas, con su personal en la casa. Los plazos legales están suspendidos. Las quejas por despidos, reducción de salarios, atención médica negada, abusos policiacos, feminicidios o acosos sexuales y cualquier denuncia de violación de derechos humanos enfrenta frecuentemente el hecho de que la atención al público está suspendida. Pero en un sentido más amplio, la Cámara de Senadores está en cuarentena (solamente el lunes pasado fue obligada a reunirse para aprobar la Ley de Amnistía), igual la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia. La principal institución del Estado que sigue funcionando todo el tiempo, y ofreciendo mañaneras, con cada vez menos reporteros por seguridad, es la Presidencia de la República. El Presidente en medio de la emergencia y apuntalando las tendencias caudillescas previas se convierte en el factótum de decisión política en el país. Y esto profundiza la crisis del sistema político y de partidos en el país que ya había sido detonado con el desfondamiento del PRIAN en julio de 2018. No solamente en ese momento entraron en crisis todos los partidos sino que ahora, ya que su acción se limita a los poderes legislativos, están prácticamente ausentes en la vida política del país. Incluso el partido “del gobierno”, Morena. Paralizado por una división que no se resuelve en que las medidas para renovar su dirección que le han dictado los tribunales electorales no se realizan ni se pueden realizar en medio de la cuarentena (cuarentena, por cierto, que será de más de 40 días). Y esta crisis, apunta a complicar el proyecto de un nuevo régimen en construcción que pueda tener un desarrollo transexenal pues pone en duda las posibilidades de que AMLO pueda refrendar una mayoría legislativa en las elecciones del 2021 (si se celebran) o la sucesión presidencial del 2024 con Morena en crisis y dividido hasta el riesgo de la ruptura, al mismo tiempo que se intensifica la pugna interburguesa en el bloque que llevó al gobierno a AMLO. El papel de Morena que, por supuesto, sigue apoyando a AMLO (por ejemplo cediendo el 50% de sus prerrogativas) pero que no ha podido realizar ninguna movilización desde la electoral en julio del 2018, tiende a ser marginal. Incluso, como explicamos en un artículo sobre “la recomposición política y la izquierda socialista” en el número 2 de La Internacional, AMLO está configurando una nueva red de partidos, no sólo Morena, alrededor de su gobierno como nueva red de partidos paleros que reflejan intereses distintos (desde el grupo de Elba Esther hasta el opuesto a Elba Esther, por ejemplo, solamente en el caso del sindicato magisterial, para no hablar ya de grupos de ultraderecha como los evangélicos del PES) con los cuales por otras vías sostener una mayoría legislativa. Incluso en el reconocimiento legal de nuevos partidos está expresada la crisis porque el procedimiento ante el INE está prácticamente suspendido por la cuarentena. Hasta para partidos de derecha como el impulsado por Margarita Zavala y Felipe Calderón. Adicionalmente, las elecciones locales a celebrarse este año (en Coahuila e Hidalgo) también están suspendidas. La crisis del sistema político y del sistema de partidos está también en su punto más alto. Obviamente tal situación resalta más la ausencia y urgencia de un partido propio de la clase trabajadora que sea anticapitalista. Pero este es otro tema que iniciamos a abordar en el artículo antes mencionado y que toma en cuenta los retos para el PRT, para la OPT y en general la izquierda socialista..

 

Las movilizaciones y el reto de una expresión anticapitalista.

Pero el tema de una alternativa independiente y de clase se expresa no solamente al nivel político partidario sino de los movimientos sociales en lucha y resistencia contra el capitalismo y los megaproyectos neoliberales. Y en los dos niveles las dificultades y retos son muy grandes y complicados. Aunque, como decíamos antes, veníamos desde antes de julio de 2018 en una fase de ascenso de luchas de resistencias contra el neliberalismo que se vieron fortalecidas con el desfondamiento del PRIAN, la actual crisis ha complicado mucho las cosas. Por primera vez la convergencia de esta crisis económica y social con la crisis sanitaria ha implicado una característica especifica e histórica. Que en medio de la crisis económica y todos los ataques contra la clase trabajadora, por razones de salud debes permanecer en el confinamiento, no salir a la calle. Esto le da una característica peculiar e histórica. El riesgo de que se impongan en medio de la pandemia una serie de golpes como el despido de millones de trabajadores o la pérdida de salarios, además de la enfermedad y la muerte selectivas (afectando sobre todo a mujeres, trabajadores, migrantes, pueblos indígenas) y que todo ocurra sin lucha, sin movilización en las calles. El efecto desmoralizador, después de la cuarentena, puede ser muy grande.

Pero sí hay, pese a la pandemia, algunas luchas que se están dando en la calle. Algunas huelgas o plantones frente al paro técnico, patronal, que cierra empresas y deja a la gente sin trabajo. O al revés, cierre de empresas por parte de los trabajadores para no exponerse a la pandemia y porque sus empresas no son esenciales en estas condiciones. Pero son acciones minoritarias todavía, preciamente por las actuales condiciones. Incluso las protestas de personal médico, enfermeras y médicos, que no tienen insumos necesarios para enfrentar los riesgos de la pandemia y en cambio sufren la agresión y discriminación de gente ignorante que los ven como focos de infección. Luis Bonilla ha insistido cómo este aislamiento social, éste encerrarse en la casa, coincide con la dinámica de la educación en el neoliberalismo que quiere acabar con la escuela y los educadores. Trasladar todo al ámbito privado, a la reaccionaria ideología familiar y a los “tutoriales” por internet para capacitar. Ya hay las protestas de la CNTE y otros movimientos en el terreno de la educación que están denunciando y oponiéndose a los cursos en línea, especialmente en zonas en que no hay siquiera electricidad, que pretenden sustituir las clases presenciales, la acción del educador frente al grupo. Confinados en casa, todo mundo está obligado a vivir frente a la computadora o el celular sin la posibilidad de aprender y educarse en la acción, en la calle, en la movilización y la lucha. Este confinamiento debilita la conciencia de la necesidad de la acción social y no solamente individual. El 8 de marzo vimos la histórica y gigantesca movilización de mujeres. Se exaltó el papel de las redes sociales para lograr la movilización. Pero lo histórico fue el hecho de que se salió a las calles, a nivel mundial y en millones de mujeres. Lo histórico y trascendental es la movilización en las calles. Esto es lo que, a diferencia de otras crisis, está siendo impedido en este momento por la pandemia. Y el impacto histórico es que después de las jornadas del 8 y 9 de marzo empezó el proceso de confinamiento para enfrentar a la pandemia y el contagio. Y con el paso de las semanas llegamos a abril en que las estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, después de meses de tener tomada la escuela en su lucha contra la violencia a las mujeres, han tenido que entregar las instalaciones por el riesgo del contagio. Su digna declaración de entrega y lo consistente de su esfuerzo de meses y la autoridad moral alcanzada, sin embargo, no eluden el hecho de que han tenido que abandonar la Facultad no por represión o por triunfo completo, sino por el riesgo del contagio que ha obligado a hacerlo. Por supuesto, suponemos que el nivel de conciencia alcanzado en las jornadas del 8M y en estas luchas en ésa y otras escuelas no desaparecerá inmediatamente, pero el proceso de autoorganización, acción y movilización se ve temporalmente suspendido. Las redes sociales, aunque tengamos que usarlas para mantener la comunicación y la explicación de lo que ocurre, no pueden sustituir a la movilización. Después de semanas o meses de confinamiento en las casas, de aislamiento social, ¿será fácil salir rápidamente a las calles, a la movilización, a la huelga, a los mítines para reclamar lo perdido en este periodo o para mostrar que la única opción es la lucha revolucionaria? El miedo, la paranoia y el confinamiento en casa son elementos favorables a una visión conservadora y reaccionaria. Están siendo frecuentes las crisis personales, emocionales, la depresión por el miedo al contagio y el encierro que requieren de la solidaridad social y el acompañamiento para contrarrestarlas y contenerlas.  El encierro en la casa es, para muchas mujeres, un ambiente tóxico y peligroso como muestra el crecimiento de la violencia intrafamiliar contra las mujeres y feminicidio en estos días. Pero en general también para la clase trabajadora en general pues impide la experiencia en la lucha de clases directa en la calle y fortalece la ilusión en que las soluciones vengan de “arriba”: de un Caudillo, de Dios, del Estado. El confinamiento en casa apunta a ese mundo de lo que Bonilla identifica con la cuarta revolución industrial en que desde la casa pides el súper, una pizza o medicinas, tus hijos hacen la tarea frente a la compu y tú ves películas o series de Netflix. Ahogar la vida social. El mundo distópico marcado por la individualización y la vida en la casa. El único problema es que para la mayoría del pueblo, obligado a salir a trabajar en la calle porque vive al día de la economía informal y no tiene wi fi en la casa ni posibilidades de vivir conectado en el internet y no puede quedarse en casa y por tanto está condenado a contagiarse y eventualmente a morir. El esfuerzo que se hace en estos días para mantenerse organizado, en contacto virtual, educando y explicando, así como denunciando, es gigantesco. Prácticamente todos los días a diferentes horas, desde cualquier lugar del mundo, hay charlas y conversatorios por las redes. Esperemos que sea contratendencia, por lo menos entre los sectores con mayor acceso a estas herramientas. Podemos ser optimistas pues con el resurgimiento del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd, se ha iniciado también un impresionante e histórico movimiento antirracista más amplio no solamente en Estados Unidos sino en otras partes del mundo. En México, la protestas por el asesinato de Floyd han estimulado de inmediato las protestas por el asesinato también a manos de policías de Giovanni López en Jalisco y contra la represión a estas protestas en Guadalajara y en la Ciudad de México. Pese a la pandemia, miles de personas, cientos de miles en Estados Unidos, salen a la calle nuevamente a protestar. No había que esperar al fin de la cuarentena. Veremos si esto alimenta también la acción pública para enfrentar otros golpes contra la clase trabajadora, como el encarcelamiento de Susana Prieto en Tamaulipas o contra la violencia feminicida, como ya se expresaba el pasado 8 de Marzo, así como contra todas las otras formas de violencia como las desapariciones y ejecuciones que continúan sin cesar con todo y pandemia

¿Golpe de la derecha?

Pero esta crisis del sistema político y de partidos relativiza los temores ante un golpe de estado o los llamados golpistas de la derecha y que los lopezobradoristas aprovechan para insistir en alinearse con el gobierno de AMLO. Las contradicciones múltiples que hemos mencionado superan la visión binaria de AMLO de que supuestamente el mundo (o México) se divide entre liberales y conservadores, como si estuviéramos en el siglo XIX. No aceptamos caer en esa disyuntiva de con o contra el gobierno. Tomar partido en esta circunstancia no significa apoyar a uno de los bandos de una pugna interburguesa. Nuestro compromiso está con la defensa de los derechos humanos en este momento y la defensa de los intereses de todo el pueblo trabajador y el rechazo a las soluciones que ponen por delante las ganancias de los capitalistas. En los pronunciamientos ya mencionados (del PRT, de la NCT, de la Cuarta Internacional) hay una serie de puntos que constituyen la base de un programa transicional, codificado con la consigna de salud, pan y trabajo, pero que tienen dos propuestas centrales en esta coyuntura: el desconocimiento de las deudas públicas y la Renta Básica Universal. No las acompañamos en este momento con una consigna de poder aunque estas demandas tienen claramente una dinámica anticapitalista. No abandonamos la perspectiva de un gobierno obrero campesino, del poder popular, pero la relación de fuerzas hoy y la envergadura de la crisis nos lleva a centralizar en estas demandas básicas y transicionales. Por supuesto, van acompañadas de otras propuestas que han sido planteadas ya en textos como el de la NCT o de las demandas feministas antipatriarcales y anticapitalistas recogidas en diversos espacios. 

La derecha no tiene fuerza social ni legitimidad, Además del uso de las redes sociales y los medios de comunicación tampoco pueden hacer movilización ni lograr respaldo en las calles. Sus intentos de marchas en los meses anteriores fueron ridículas. Ahora han optado, con la excusa de la cuarentena, por caravanas de autos protestando por las calles. Además de hacer evidente la exhibición clasista de esos autos caros, pretenden ocultar así el carácter absolutamente minoritario de semejante movilización con dos ocupantes en cada auto. Pero sobre todo, no tienen liderazgo ni autoridad política en la crisis. La reunión por skype de diversos directivos empresariales con Pedro Ferriz que, hace unos días se filtró es ejemplar. Reconocen que el PAN, el PRI (menos el PRD) sirven para nada. Quisieran que las cámaras empresariales encabezaran su pelea, pero tampoco pueden porque desconfían de los sectores burgueses leales a AMLO. Entonces, algunos abiertamente, sugieren que la solución puede venir de EU, del gobierno de Trump, pero inmediatamente se dan cuenta que esa carta golpista no es viable en este momento en México con los acuerdos que ha logrado AMLO con Trump. Ni lo mencionan, pero el ejército es apoyado y apoya a AMLO. Por eso decimos que la crisis es también de la derecha y la falta de liderazgo y autoridad moral y política. La reacción popular y mediática contra Alatorre por haberse atrevido a atacar a López Gatell y sus informes diarios sobre la pandemia muestran la falta de crédito y autoridad de la derecha. Por el contrario, con todo y la crisis, AMLO mantiene un alto nivel de apoyo, según las encuestas. La derecha no tiene hoy posibilidades mas que de rumiar su descontento. Lo complicado en realidad es generar, fortalecer y unir (porque ya hay destacamentos) un polo social y político anticapitalista.

El documento que también alguien filtró, sin firma, a favor de un BOA (Bloque Opositor Amplio) y que AMLO difundió en una "mañanera" aunque menciona a los que deberían ser los actores y animadores de ese bloque reaccionario no demuestra nada más que las ilusiones y deseos derechistas y si quieren golpistas de algunos. Pero no se contrasta con la realidad de fuerzas actuales. Obviamente todos esos sectores de derecha y sus partidos están interesados en golpear mediáticamente y desgastar al gobierno de AMLO. El plan presentado por la BOA es un plan para desgastar y debilitar al gobierno. De ahí a que tengan la capacidad, los instrumentos (¿el ejército mexicano? ¿los Marines?) para un golpe de Estado -aún "blando"- está muy lejos. Es cierto, hay una guerra, sobre todo mediática (que se facilita en estos tiempos de confinamiento y reuniones virtuales) de la extrema derecha contra el gobierno de AMLO. Pero la extrema derecha sigue sin fuerza ni autoridad política y moral. Sus partidos están quebrados y desprestigiados. Aceptar la dicotomía de "AMLO o la derecha" es retrasar la necesidad de un polo independiente alternativo, de izquierda y anticapitalista y antipatriarcal. En vez de apoyos acríticos o alineamiento con el gobierno, se necesita que la izquierda anticaptalista mantenga su opción propia, crítica, precisamente para evitar que las críticas a un gobierno de progresismo tardío y bonapartista sean tomadas demagógica e hipócritamente por la derecha.

En el bloque de derecha, los propios dirigentes del PAN ya han aclarado que no están por la caída del gobierno de AMLO o por su renuncia anticipada, que se preparan para los siguientes procesos electorales, para ganar la mayoría parlamentaria en 2021 y la Presidencia en 2024. Es difícil que lo logren, pero en todo caso ésa es una lucha política que no obliga a la izquierda anticapitalsita y socialista a desaparecer disolviéndose en el campo de la llamada 4T, el gobierno de AMLO.

Ni liberales, ni conservadores: anticapitalistas. Ni la supuesta Cuarta Transformación (con megaproyectos neoliberales y GN) ni el regreso a las ganancias y corrupciones neoliberales. Defendemos derechos humanos y los intereses del pueblo trabajador por medio de la alternativa anticapitalista, antipatriarcal y ecosocialista. Nos oponemos a la continuación de los proyectos y megaproyectos neoliberales y la guerra y militarización del país.

 

CDMX a 6 de junio de 2020.

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*Participación editada de Edgard Sánchez en el panel de discusión sobre la crisis actual al nivel político que se trasmitió el pasado 6 de junio de 2020 por youtube y facebook, organizada por el PRT, en que también participó Humberto Montes de Oca, Secretario del Exterior del SME.

1.- Ver especialmente las resoluciones del CC del PRT de agosto de 2019 que explican este concepto en las revistas La Internacional 1 y 2.

Las referencias a los artículos y resoluciones del CC del PRT publicados en las revistas de La Internacional, así como las declaraciones del PRT, de la Cuarta Internacional, de la NCT, conjuntamente con la CNTE y la CNSUESIC, así como el llamamiento latinoamericano pueden consultarse todos en línea en el sitio del PRT: www.prtmexico.org