Partido Revolucionario de los Trabajadores
Pereyra 69, Col. Viaducto Piedad, C.P. 68200, México, D.F.
Tel. 5590 0969
PRESENTACIÓN | DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS | PROGRAMA | ESTATUTOS
1. Con el objetivo de crear un partido político del proletariado orientado por los principios del marxismo revolucionario se ha constituido el Partido Revolucionario de los Trabajadores. El Partido Revolucionario de los Trabajadores no pretende erigirse como el único partido proletario ni entiende a su organización como necesariamente antagónica a otras organizaciones obreras. En la lucha contra la explotación capitalista impulsamos la política de frente único contra el enemigo común junto con cualquier otra corriente del movimiento obrero y campesino, así como del movimiento indígena.
Sin embargo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores sí se impone la tarea de organizar y dirigir a la clase obrera y los demás sectores de la sociedad explotados y oprimidos, en la satisfacción de sus objetivos históricos. La experiencia histórica nos ha mostrado que la inexistencia de un partido político del proletariado que defienda intransigentemente su independencia de clase frente a cualquier sector de la burguesía ha impedido en diversas ocasiones que tales objetivos históricos puedan ser alcanzados a pesar de la gran combatividad de la clase obrera y sus aliados.
Así pues, el Partido Revolucionario de los Trabajadores se plantea organizar y dirigir al proletariado en la lucha contra el capitalismo y por la revolución socialista.
Plantea la necesidad de la alianza del proletariado con el campesinado pobre, los pueblos indios y todas las capas sociales explotadas para alcanzar el objetivo estratégico de la instauración de un gobierno obrero y campesino como expresión de la dictadura del proletariado sobre las clases explotadoras.
2. La clase obrera, al estar situada en el centro de la sociedad 3/4 por ser la creadora de la riqueza social 3/4 es la única clase capaz de destruir al capitalismo y construir en ultima instancia el socialismo. De entre todas las clases, capas y estamentos sociales solamente la burguesía y el proletariado pueden representar y organizar sistemas sociales socialmente alternativos Al estar desposeída de todo medio de producción que no sea su fuerza dé trabajo, su lucha no cae en el terreno del individualismo pequeño burgués. Si bien en un momento de su nivel de conciencia no lucha más que por vender un poco más cara su fuerza de trabajo o por reducir un poco su jornada de trabajo, a la larga su toma de conciencia implica que llega seguir los canales internos de a comprender la necesidad de destruir al capitalismo, para lo que requiere de un partido revolucionario.
El carácter revolucionario de la clase obrera, entonces, a diferencia de las otras clases sociales que han existido no se sitúa simplemente desde el punto de vista de sus intereses inmediatos, sino que se ubica en función de sus intereses históricos; la transformación socialista y democrática de la sociedad, intereses que son los de la mayoría de la sociedad. Esto es así porque la clase obrera no lucha por derrocar a una clase para transformarse en clase dominante y oprimir para siempre a las demás. La lucha del proletariado conduce a la desaparición de las clases y por tanto a la extinción del Estado. Por estas razones el PRT considera que la clase obrera es la única que puede llevar el proceso revolucionario hasta sus últimas consecuencias, es decir, a la construcción de una nueva sociedad.
En nuestro país como en aquellos países donde el capitalismo ha sido derribado y exista una mayoría campesina- el proletariado podrá realizar exitosamente esta lucha sólo si cuenta con la participación del campesinado pobre. El campesinado, as! como otros sujetos sociales explotados y oprimidos, particularmente los pueblos indios, son parte de la fuerza motriz del proceso revolucionario.
La experiencia histórica muestra que otros sujetos revolucionarios, como el campesinado, pueden ser parte del proceso revolucionario, incluso hasta una revolución triunfante como parte de esas fuerzas motrices. En todo caso, la clase obrera destaca por ser la única cuya participación resulta indispensable, por su papel en la economía; para que desde el triunfo revolucionario poder iniciar la construcción del socialismo.
Además de la explotación de clases, en la sociedad actual existen otras formas de opresión que van más allá de las clases. La opresión más relevante es la que socialmente se ejerce contra las mujeres pues afecta a más de la mitad de la población. Sin ser explotación de clase contra clase, la opresión de las mujeres ayuda a mantener la injusticia social e incluso esa explotación de clase al impedir la participación política y en la lucha social de las mujeres. Esa opresión es justificada ideológicamente con reaccionarias concepciones patriarcales que le imponen socialmente a las mujeres un papel subordinado. Como en cualquier otra forma de opresión, la liberación de las mujeres sólo será obra de las propias mujeres. Precisamente para acabar con todo paternalismo no es posible pensar que alguien diferente Iiberará a las mujeres que no sea su propia lucha. Pero, precisamente porque las razones de la opresión no tienen que ver con una desventaja biológica, es decir con razones naturales, sino con razones sociales y justificaciones ideológicas, la revolución social en sí misma no trae aparejada la liberación de las mujeres, como ya mostró la propia experiencia histórica. Por eso se requiere la existencia de un movimiento propio, autónomo, de las mujeres que con una perspectiva feminista inicia la lucha de liberación en la perspectiva de la revolución social pero no supeditada a que la liberación de las mujeres se obtendrá automáticamente con el socialismo. Esto implica una fuerte lucha ideológica y política, aún en el seno del movimiento obrero y popular, contra toda forma de opresión y justificación ideológica reaccionaria y sexista. Implica también la conquista de triunfos parciales, en derechos laborales, ciudadanos, de derechos reproductivos y derechos políticos, que van creando mejores condiciones para la liberación de las mujeres de la condición de opresión que le impone la sociedad actual.
La discriminación también por motivos de preferencia sexual de las personas se apoya en estas visiones conservadoras y reaccionarias de estereotipos de lo masculino y lo femenino. Nuestra oposición a todo tipo de discriminación es parte también de nuestra concepción democrática que respeta lo diverso, lo diferente, en todas las manifestaciones humanas. Estamos opuestos a todo intento totalitario de imponer modelos obligados de conducta.
3. El Partido Revolucionario de los Trabajadores es el más intransigente defensor de los derechos democráticos de las masas trabajadoras del campo y la ciudad. Considera también que un verdadero régimen democrático no puede ser alcanzado más que con el advenimiento del socialismo. Por eso no separa su lucha por el socialismo de la lucha por las libertades democráticas en nuestro país y por eso considera que la única clase que puede lograr un régimen democrático en todos los terrenos es el proletariado.
En su defensa de los derechos y las libertades democráticas el Partido Revolucionario de los Trabajadores se apoya y exige el respeto a aquellos ordenamientos legales que reconocen tales derechos. Es en este sentido que el Partido Revolucionario de los Trabajadores se obliga a respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen.
La Constitución Política aprobada por el Constituyente de 1917 reflejó muchas de las aspiraciones democráticas de las masas participantes en la Revolución Mexicana. Sin embargo, muchas no están contempladas y otras han sido limitadas, restringidas o en la práctica anuladas por posteriores reformas constitucionales o por leyes secundarias. Las reformas alemanistas al Articulo 27 constitucional en materia agraria y aún más la contrarreforma agraria llevada a cabo por el régimen salinista en 1992, que son opuestas a las aspiraciones de las masas campesinas participantes en la Revolución, los apartados del articulo 123 que limitan el derecho de organización sindical y de huelga de los trabajadores, otras limitaciones del derecho de organización sindical que contempla la Ley Federal de Trabajo, las limitaciones al derecho de organización política que introduce el Código Federal de instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), las reformas a la Ley del Seguro Social y el intento de modificar la Ley del Trabajo o la anticonstitucional existencia de diversas corporaciones policíacas que no respetan las garantías individuales, que secuestran y torturan a ciudadanos que luchan por los intereses democráticos, políticos y económicos del pueblo trabajador como es el caso del compañero José Ramón García Gómez, son ejemplos de lo que queremos decir.
En todos estos casos, por ejemplo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores se obliga a luchar contra estas restricciones de las libertades democráticas a las que todo mexicano debe tener derecho y que son reconocidas por la Constitución Política buscando que se produzcan las reformas legales e incluso constitucionales necesarias para garantizar el reconocimiento de tales libertades y derechos.
En última instancia el derecho a defender y luchar por estos derechos democráticos contra cualquier poder y ordenamiento legal que lo limite, incluso transformando el mismo orden social, es reconocido por la misma Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. El artículo 39 dice: «La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno».
4. El Partido Revolucionario de los Trabajadores está en desacuerdo en la utilización de la violencia armada de pequeños grupos de militantes como medio de alcanzar los objetivos históricos del proletariado. La lucha revolucionaria por el socialismo implica la organización y movilización de las masas obreras y campesinas por tal objetivo. La acción de las masas no puede ser sustituida por la espectacular y violenta acción de grupos armados aislados de tales masas.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores está opuesto a la utilización de vías no pacíficas y no democráticas para la resolución de los conflictos; sociales y políticos. Por ello ha estado siempre en la primera fila de los que se oponen a la violencia y la represión que el Estado ha ejercido contra Ios movimientos de masas independientes del control de aquél. Es la constante utilización de represión armada -incluso del ejército como el 2 de octubre de 1968-, de las detenciones ilegales de disidentes y militantes políticos, de la infiltración policíaca de organizaciones independientes, de la represión de los derechos democráticos de las masas y garantías individuales- como la ruptura policíaca o militar de huelgas o el secuestro ilegal y el sometimiento a torturas por parte de cuerpos policíacos, es toda esta situación de utilización de la violencia y de medios no democráticos y no legales por parte del Estado lo que ha orillado en el pasado a diversos grupos a recurrir al terrorismo y la lucha armada contra el Estado como una estrategia equivocada en su interés de transformar el actual estado de cosas.
En el caso de los pueblos indios de Chiapas, las comunidades indígenas, dirigidas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, recurrieron al levantamiento armado, orillados parla política del régimen, que no les dejó otra salida. Teniendo razones fundadas en la política gubemamental para haberse levantado en armas, la salida al conflicto también tiene que ser política. Los zapatistas han dado prueba de su disposición a dialogar para encontrar, una salida política y pacífica. Desde la sociedad habrá que vigilar y presionar al gobierno para que se impida la tentación de un reinicio de la guerra. Demandamos del Estado una salida política y no militar y el cumplimiento de los Acuerdos del Diálogo de San Andrés. Esto implica también oponerse a toda provocación militar y política que busca romper el diálogo o a la utilización del recurso de mantener presos a presuntos zapatistas como rehenes de la negociación. Por eso el PRT considera que los presos y perseguidos presuntos zapatistas tienen un carácter político.
En nuestro programa demandamos una amnistía general para todos los presos, los procesados, los perseguidos, los desaparecidos y los exiliados políticos. Demandamos la disolución de los múltiples cuerpos policíacos anticonstitucionales y de las múltiples cárceles clandestinas.
Demandamos también el cese a la utilización del ejército como instrumento de represión política en conflictos sociales y políticos.
Como consecuentes defensores de las libertades democráticas en el país estaremos siempre a favor de que los conflictos sociales y políticos sean resueltos por medios pacíficos y democráticos y no por las vías ilegales y violentas. Sin embargo, la historia ha mostrado que la responsabilidad de que esto ocurra así siempre recae en quien tiene el poder estatal. Las masas recurren a la violencia para imponer el respeto a sus demandas y necesidades cuando el Estado con la constante utilización de la violencia, la ilegalidad y la falta de respeto a las libertades democráticas no les deja otra alternativa. Por eso insistimos que la responsabilidad última en el uso de la violencia para la resolución de los conflictos sociales recae en el Estado.
5. Para conquistar la nueva sociedad, la sociedad socialista y democrática, por la que pugna el Partido Revolucionario de los Trabajadores considera indispensable participar codo con codo en las luchas cotidianas de los trabajadores para lograr, en el transcurso de esas mismas luchas, el avance político del movimiento hacia la comprensión de la necesidad de un gobierno obrero y campesino.
Por esta razón es que el Partido Revolucionario de los Trabajadores rechaza la falsa disyuntiva de elaborar un programa mínimo o un programa máximo, o un programa que sólo levante las reivindicaciones más inmediatas o solamente las históricas. Por eso también rechaza la idea de dividir su programa en dos partes. La práctica ha mostrado que esta manera de enfocar el problema sólo lleva a una política reformista, inmediatista, economicista o a una política aventurera, ultraizquierdista. Cualquiera de las dos variantes lo único que logra es alejar a las masas de sus objetivos históricos. El programa del Partido Revolucionario de los Trabajadores, en consecuencia, se orienta por el criterio de levantar aquellas demandas que son actualmente comprendidas por las masas, pero que la lucha por su consecución adquiere una dinámica tal que lleva a éstas a plantearse su lucha como un problema político; en definitiva que lleva a las masas a plantearse el problema del poder políticos
Sin embargo, nada de esto se puede lograr si los o de fracciones de trabajo revolucionarios no participan directamente con las masas en sus propias experiencias, si no se vinculan al movimiento real de éstas.
6. Acompañamos a las masas en su experiencia en la lucha cotidiana proponiendo un programa de cambio democrático frente al poder actual. La mayoría de las reivindicaciones democráticas y populares chocan con un sistema político caracterizado por la falta de democracia. Esta particular forma de dominación burguesa en nuestro país tiene ya décadas de existencia, pues surgió de la derrota de las fuerzas campesinas y populares en el movimiento revolucionario de principios de siglo. Es por eso que la lucha por la democracia tiene un papel histórico y revolucionario en nuestro país.
Es la falta de democracia lo que frecuentemente impide salidas políticas y pacíficas a muchos conflictos. Varias son las antidemocráticas características del sistema político mexicano. Es definido con frecuencia como un sistema de partido de Estado por la integración del partido en el poder y sus intereses al aparato estatal. De hecho deja de ser partido político para ser instrumento estatal. Por lo mismo ha negado históricamente la existencia de un auténtico sistema de partidos con juego democrático. No ha existido democracia incluso frente a otros partidos burgueses y por eso no ha tolerado la posibilidad de alternancia en el poder político, por lo menos en la institución presidencial. En consecuencia, su otra característica es un fuerte presidencialismo antidemocrático. El residencialismo suprime la división de poderes y el federalismo. Así el Legislativo y el Judicial están subordinados al Ejecutivo. Esta subordinación no se da simplemente por medio de una mayoría legislativa identificada con el partido en el gobierno, sino por la subordinación del partido ¾ y en consecuencia sus legisladores ¾ al poder presidencial. Esta falta de democracia también en el partido del gobierno va ligado a las prácticas corporativas del partido oficial por medio de la afiliación forzosa y forzada de organizaciones sociales y de masas, como los sindicatos, las organizaciones campesinas y populares, pero también las empresariales.
La falta de democracia y el presidencialismo característico de sistema de partido de Estado facilitan la realización de políticas antipopulares y de cesión de la soberanía nacional en el terreno económico y social, sin que haya la posibilidad de una decisión y debate democráticos.
Por todo ello, es que la satisfacción de demandas parciales, en el terreno social, económico e incluso político, encuentran siempre el obstáculo de un sistema autoritario antidemocrático, e insensible a las necesidades sociales de las grandes masas. Una confrontación democrática sobre los diversos proyectos de nación que cada fuerza proponga para ganar libremente el apoyo en la sociedad no se puede dar por esta falta de democracia. Por esta razón es que poner fin al antidemocrático sistema de partido de Estado se ha convertido en una necesidad histórica. No se trata de una demanda particular de los socialistas, sino de la mayoría de fuerzas democráticas; no es tampoco una bandera exclusiva del proletariado, pero es una necesidad para evitar una mayor entrega de la soberanía nacional y para que todos los proyectos de nación, proletarios o no,-puedan expresarse libremente e intentar ganar así el apoyo necesario para llevarlos a la práctica.
Por esta razón es que para los socialistas y en consecuencia para el Partido Revolucionario de los Trabajadores, poner fin al sistema de partido de Estado y conquistar la democracia es un objetivo histórico. La democracia, como hemos explicado, no sólo en el terreno electoral sino en todo el tejido social que ha sido contaminado en la cultura y practica políticas por un sistema corrupto y autoritario. Al luchar por la democracia sabemos que podemos coincidir en la práctica con muchos otros destacamentos políticos y sociales en tomo a este objetivo.
Ante la necesidad de un frente democrático con otras fuerzas políticas y clases sociales no ocultamos nuestra definición socialista y proletaria. Por el contrario pretendemos mostrará la izquierda socialista como la fuerza más consecuentemente democrática pues ningún interés de clase o de grupo debe limitar nuestra convicción. Al defender el interés de la mayoría del pueblo trabajador necesitamos en consecuencia la democracia. Por eso, aunque hacemos unidad democrática con otras fuerzas y clases, no separamos la lucha por la democracia de la lucha por el socialismo, sino que "entendemos la necesidad de una para otra.
7. La concepción del Partido Revolucionario de los Trabajadores sobre la democracia proletaria está íntimamente ligada al carácter del socialismo por el cual luchamos. Como producto de la degeneración estalinista, el socialismo se ha vuelto sinónimo de antidemocracia, arbitrariedad burocrática y maniobras contrarrevolucionarias para millones de trabajadores en el mundo entero.
Nuestra lucha por la revolución socialista debe decir claramente y de modo tajante cuál es nuestro modelo de la sociedad futura. De hecho, la absoluta negación del modelo "socialista" soviético, chino, checo, rumano, etc., no basta para nosotros.
Consideramos caricaturescos todos los "modelos socialistas" hasta hoy reconocidos. El proletariado tiene el deber y la necesidad de hacer una critica a fondo de la experiencia de la Unión Soviética y de otras posteriores de construcción del socialismo. Para el Partido Revolucionario de los Trabajadores el reconocer y denunciar las deformaciones y degeneraciones burocráticas de estos Estados no nos llevó a olvidar su carácter de clase. De hecho, la caída de estos regimenes poscapitalistas durante los últimos años, sus fracasos económicos y sobre todo políticos, están fundamentados en esas degeneraciones. Sin embargo, sostuvimos siempre una posición de principios de solidaridad con los mismos frente a los ataques del imperialismo. Reconociendo que las restauración capitalista en curso en la ex URSS y los países del este europeo no resuelve los problemas de la mayoría, sino por el contrario los agudiza, como ya se ha evidenciado, nos pronunciamos contra dicha restauración y por la defensa de las conquistas de los trabajadores.
Sin embargo, la experiencia del marxismo revolucionario, los momentos culminantes de la Unión Soviética en la época de Lenin y Trotsky, y los ejemplos transitorios de experiencias en Checoslovaquia, Yugoslavia, China, Vietnam, Cuba y Nicaragua nos permite esbozar desde hoy el socialismo que queremos y por el que luchamos, Un socialismo democrático que implica la libertad política absoluta a todos los partidos y corrientes políticas. Un socialismo democrático que implica también la autonomía orgánica frente a los partidos de las organizaciones de masas, tales como los sindicatos, las ligas campesinas, las organizaciones de mujeres, de estudiantes, etc. Esto es necesario para que la existencia de las tendencias políticas sea real y no únicamente formal.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores considera que la clase obrera puede y tiene el derecho de expresar sus intereses de tal forma que existan diversos partidos que los representen. El socialismo democrático que queremos no tiene absolutamente ningún temor a las ideas, porque al nivel de éstas no hay barreras. Su libre circulación debe garantizarse. Incluso ideas burguesas sobre el arte, la política, la sociedad, etc., deben poderse expresar democráticamente en los medios de difusión de diversos tipos. El marxismo no teme a la confrontación de las ideas, seguro de su fuerza y coherencia.
El carácter del socialismo que queremos se desprende así, y es parte, a su vez, de nuestra concepción sobre la democracia proletaria. Esta no es un concepto que se reduzca sólo a la estructura partidaria, sino que es, en esencia, una concepción que surgió y se debe conservar en el movimiento de masas: la libertad de expresión, agitación, etc., de todas las corrientes del movimiento obrero.
La democracia proletaria implica, por supuesto, mucho más que esas libertades; se expresa finalmente, además, en formas proletarias de organización, gestión y gobierno completamente nuevas y de gran importancia. En el caso de la revolución rusa de 1917 se expresó en los consejos obreros y de campesinos. Esos consejos fueron, antes de la degeneración de la revolución rusa, la forma de autoorganización de las masas que permitió la participación activa y conciente del proletariado, con lo cual la democracia proletaria se convierte en una norma de trabajo que, surgiendo en el lugar mismo de la producción, se extiende a todas las otras las áreas de actividad y vida del proletariado, a su partido, a sus sindicatos, empresas productivas del campo y la ciudad, etc. Por eso aquella revolución planteó el poder no para el partido, sino para los consejos obreros, de campesinos y soldados. Es la degeneración posterior de la revolución la que identificó la lucha por el poder como objetivo del partido en si y no de las masas. Por eso, independientemente de las formas que la organización y autoorganización de las masas explotadas y oprimidas tomen en cada país, la perspectiva socialista del marxismo revolucionario propone un poder de las masas organizadas desde abajo. Por eso privilegia la organización colectiva democrática de los productores, sea la clase obrera industrial, el proletariado en su sentido más amplio, el campesinado en sus diversas formas de organización, desde las y los trabajadores agrícolas hasta las de las comunidades propias de los pueblos indios, pasando por la organización ejidal.
La perspectiva de la dictadura del proletariado significa, entonces, un poder que busca poner fin a la explotación de clase, al poder de una clase y por lo tanto a las clases sociales como tales, al buscar el poder para la mayoría trabajadora. Pero al proponerse tal objetivo busca acabar con todo poder Estatal, con el Estado mismo, para crear las condiciones necesarias para la autogestión, desde abajo, del conjunto de la sociedad. Por eso no hay contradicción entre proponer la dictadura del proletariado, la democracia autogestiva y la extinción del Estado.
Por supuesto esta concepción implica privilegiar en toda democracia y la participación activa de las masas. Oponerse a todo privilegio burocrático, paternalista, caudillesco y manipulador de las masas. No se pueden utilizar estos medios para lograr fines emancipatorios y autogestivos. De otra forma se e encuentra la contradicción de los que, a nombre del socialismo, ejercieron un poder burocrático, despótico, que, en vez de avanzar a la extinción del Estado, lo condujeron a su hiper crecimiento. Al mismo tiempo, la permanente participación en el movimiento de masas, con sus actuales niveles de conciencia, experiencia y organización, no deben confundir el hecho de que lograr la extinción del Estado y la autogestión de las masas, a nivel nacional y no sólo a nivel local o temporalmente, está subordinado al desarrollo de la lucha de clases, a acabar con el poder excluyente de la burguesía, al desarrollo de las fuerzas productivas y a la dimensión internacional que tiene esta perspectiva.
La democracia proletaria implica, entonces, que ningún acto represivo en contra de talo cual corriente del movimiento obrero es justificable. Educar a la vanguardia proletaria ya las masas en esta concepción, es una de las principales tareas del partido revolucionario. El marxismo y el leninismo son, en esencia, antimonolíticos: quitarles ese carácter es hacer de ellos una caricatura. Tampoco se puede permitir ninguna práctica de tipo racista o sexista. Por todo ello, es que en nuestra concepción del socialismo que queremos no hay contradicción entre la dictadura del proletariado y la más amplia democracia obrera jamás vista. En síntesis, el socialismo por el que luchamos, además de tener los medios de producción y la gestión del poder en manos de los trabajadores asociados, debe significar una extensión sin límites de los derechos y la organización de los trabajadores, la plena vigencia de las libertades democráticas, sindicales, de pensamiento, prensa, educación, trabajo y organización. El socialismo antiburocrático por el que luchamos será un socialismo feminista que reconozca y estimule los plenos derechos de la mujer en igualdad de condiciones que el hombre, es un socialismo que elimina el sexismo, la discriminación racial, que garantice el uso de las lenguas, el desarrollo de sus culturas y su autogobierno a las minorías étnicas, que garantice a la juventud el desarrollo ilimitado de sus cualidades y aspiraciones y propicie el acceso a la cultura para toda la población, un socialismo que adopta como tarea la recuperación del ambiente natural, de la riqueza de la naturaleza y que rechaza que la interacción con ésta sea meramente utilitarista, que se propone recuperar las mejores tradiciones humanas, especialmente de los indígenas de todo el mundo y en particular de nuestra América Latina en la relación armoniosa con nuestro entorno natural, en conclusión, es un socialismo verdaderamente humanista. El socialismo antiburocrático, es decir, democrático y autogestionario por el cual luchamos, tiene como centro de su desarrollo la igualdad material, social, cultural y política para toda la sociedad.
8. El Partido Revolucionario de los Trabajadores propone y promueve la más amplia solidaridad de los trabajadores mexicanos con sus compañeros explotados y oprimidos en todo el mundo. Se declara en favor de la lucha independiente, revolucionaria, antimperialista en cualquier parte del mundo, contra los regimenes opresores, pero en especial con la lucha de los trabajadores hermanos de América Latina contra el imperialismo norteamericano y sus títeres nacionales. En esta vía, el Partido Revolucionario de los Trabajadores pugnará por la creación de una federación de estados socialistas de América Latina.
El pueblo cubano ha sido víctima durante más de 30 años del bloqueo yanqui. Sufre las consecuencias de la falta de condiciones justas en las relaciones comerciales y de apoyos por la desaparición de la URSS y es agredida y asediada por las provocaciones imperialistas. El PRT es un firme defensor de la revolución cubana, porque más allá del balance a realizar sobre la dirección del Estado, entendemos que lo que el imperialismo quiere aplastar es el ejemplo de una auténtica revolución triunfante, El PRT reclama respeto a la autodeterminación del pueblo cubano y el cese del bloqueo, así como las nuevas manifestaciones de esta agresión como la ley Helms-Burton.
La solidaridad internacional que el Partido Revolucionario de los Trabajadores promueve, se desprende de la comprobación del hecho de que a partir de la internacionalización del capitalismo, demostrada con la Primera y Segunda Guerras Mundiales, así como por la actual globalización económica y la política mundial neoliberal, el socialismo sólo puede realizarse plenamente también a nivel internacional. Este es el significado práctico del internacionalismo proletario: el capitalismo, sistema mundial, sólo puede ser derrocado mundialmente. El socialismo, partiendo de los avances de la economía capitalista, se basará en ellos para poder planificar la producción a nivel mundial.
9. Todas las corrientes políticas contemporáneas son, de una u otra forma, parte de corrientes políticas que se expresan internacionalmente. La corriente que representa en México el Partido Revolucionario de los Trabajadores coincide ideológicamente con los planteamientos programáticos de la IV Internacional, fundada en 1938 por León Trotsky. Sin embargo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores es en primera instancia una organización nacional. Es decir, su relación con la IV Internacional es una relación solidaria determinada por coincidencias ideológicas y programáticas; pero la política y las actividades del Partido Revolucionario de los Trabajadores en México, son adoptadas bajo la responsabilidad de su dirección nacional, de sus direcciones locales o, en última instancia, por su máximo órgano deliberativo: su congreso nacional.
Es por lo anterior que el Partido Revolucionario de los Trabajadores cumple el requisito que la ley señala de no estar subordinado o sujeto a ninguna organización internacional; y menos aún el depender de entidades o partidos políticos extranjeros. La relación entre las organizaciones que coinciden ideológica y programáticamente con la IV Internacional, es de un carácter profundamente democrático. Por eso no es posible admitir ninguna subordinación a un partido o entidad extranjera. La IV Internacional nació, entre otras cosas, como una respuesta a las prácticas antidemocráticas de la 111 Internacional, ya estalinizada, que imponía a sus direcciones nacionales la voluntad y las decisiones de la dirección dictatorial del Partido Comunista de la Unión Soviética, encabezada por Stalin, y que hacía que los intereses de la revolución proletaria en un determinado país, se subordinaran a los intereses de la camarilla burocrática estalinista de la URSS. En este sentido, la IV Internacional reclama para sí la práctica de la democracia en sus propias filas. Bajo estas consideraciones, es que el PRT es la sección mexicana de la IV Internacional.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores está opuesto a la subordinación de los intereses del pueblo trabajador mexicano a los intereses del Estado de cualquier potencia extranjera. También está opuesto a la subordinación ante cualquier entidad política y extranjera. Por esta razón es que el PRT, por ejemplo, ha denunciado y se ha opuesto a la firma de lesivos pactos (secretos o públicos) que el gobierno mexicano ha hecho con agencias del imperialismo, como el Fondo Monetario Internacional o directamente con los gobiernos de esos países como el actual Tratado Trilateral del Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
La imposición de una determinada política económica por una agencia o directamente por los gobiernos imperialistas sólo puede traer, como se está demostrando en la práctica, nuevos sufrimientos al pueblo trabajador de México, especialmente en lo que se refiere a su nivel de vida.
Por esta razón es que el PRT también se ha opuesto a la presencia e infiltración que agencias como la CIA hacen en nuestro país. En los mismos Estados Unidos se ha denunciado cómo la CIA ha infiltrado a diversas organizaciones políticas y sociales mexicanas, y cómo promueve diversos proyectos supuestamente científicos en algunas universidades latinoamericanas en beneficio del imperialismo. Recientemente, la intervención de otras agencias policíacas del imperialismo como la DEA, que actúan ilegalmente en la detención y secuestro de ciudadanos mexicanos, como el caso del secuestro en México y traslado a Estados Unidos de Alvarez Machain; o bien la reciente entrega del narco García Ábrego a las autoridades norteamericanas, muestran la pérdida creciente de la soberanía nacional. Al mismo tiempo, los recientes gobiernos, del PRI han roto la tradicional política de asilo a perseguidos organizará escuelas, efectuará conferencias y toda clase de políticos y luchadores sociales de otras naciones, como lo muestran los tratados de extradición entre España y nuestro país y aún más cuando violando los más elementales derechos humanos secuestran y expulsan con la intervención de cuerpos policíacos extranjeros. El PRT lucha por recuperar las tradiciones de asilo y profundizarlas.
Precisamente para oponerse a este tipo de infiltraciones y provocaciones del imperialismo, desarrollar la solidaridad y unidad de los trabajadores del mundo, así como para garantizar el triunfo del socialismo es que se requiere desarrollar la más amplia solidaridad con las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas que se expresen en cualquier país del mundo. Una de esas fuerzas es la IV Internacional, con la que el PRT sostiene una relación solidaria a nivel ideológico.
9. Los anteriores son, entonces, los principios fundamentales del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Los acuerdos programáticos y principistas constituyen la base de unión de un partido marxista revolucionario. En esos principios está el origen último de toda línea política. Sostenemos que en un partido marxista revolucionario pueden existir y coexistir unificadamente diferencias estratégicas, siempre y cuando no impliquen diferencias de principios. Por tanto, lo único que no pueden coexistir son diferencias principistas, en tanto que los principios revolucionarios son los que le dan su razón de ser al partido.
Para impulsar los principios y programa aquí contenidos, se requiere de un partido político de los trabajadores. Pero no de un partido de cualquier tipo. Se requiere de un partido de cuadros educados forjados en la lucha de clases disciplinados en la acción. Se requiere de un partido que cuente con verdaderos profesionales revolucionarios. Un partido no para hacer presión sobre algún sector de la burguesía en favor de algún cambio, sino un partido para luchar por auténticas transformaciones sociales.
Se requiere al mismo tiempo de un partido profundamente democrático. Y es que no puede ser de otra manera el partido donde deben encontrarse los individuos más críticos y menos conformistas. No se necesita un partido monolítico, donde todo sea siempre unanimidad. Queremos un partido que reivindique la concepción leninista de la organización, que reivindique el derecho a la existencia de tendencias e incluso de fracciones en su interior, para debatir mejor las diferencias que puedan surgir sobre proyectos políticos o tácticos. Nuestra concepción de la democracia proletaria para la sociedad, se aplica también, y en primer lugar, al partido. Este es el tipo de partido que queremos construir en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
10. El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) lucha por la convergencia de las y los revolucionarios y socialistas en México. Esta convergencia se hace más necesaria después de los acontecimientos ocurridos en Europa del Este y la desaparición de la Unión Soviética y después de que en México la mayoría de los partidos y organiza de la izquierda socialista decidieron autodisolverse en un proyecto nacionalista burgués con el surgimiento del cardenismo en 1988. En este contexto el movimiento socialista entró en un periodo de dispersión y confusión que llevó a algunos al abandono de sus principios o a la desmoralización y el pesimismo en las perspectivas de la izquierda socialista. El levantamiento armado del EZLN en enero de 1994 abrió en este terreno una nueva situación y potenció las posibilidades de la izquierda revolucionaria. Los temas, demandas, concepciones y métodos propios de la izquierda que muchos consideraban ya arcaicos y superados adquirieron nuevamente vigencia y actualidad con el levantamiento zapatista por supuesto con un carácter renovado como siempre ocurre con un nuevo ascenso revolucionario. En estas nuevas condiciones la unidad de acción de la izquierda y de ésta con otras fuerzas para poner fin al sistema de partido de Estado se han visto favorecidas.
Al mismo tiempo para quienes estamos convencidos de que la izquierda no sólo debe participar activa y solidariamente en el nuevo movimiento surgido a raíz del levantamiento zapatista, sino buscar recuperar el espacio de la izquierda socialista como un punto de referencia en la lucha por poner fin a un poder antidemocrático requerimos dar nuevos pasos en la construcción de un fuerte partido de la izquierda socialista. Con el repunte para la izquierda que ha significado el levantamiento zapatista no es el momento de ocultar las propuestas y definiciones socialistas, sino de explicarlas, confrontarlas con la nueva realidad y tratar de convencer de ellas. Los errores, golpes y fracasos del pasado de la izquierda socialista no son justificación para ocultar, abandonar, avergonzarse o disolver un perfil de lucha por la justicia, la igualdad y la libertad en un mundo cada vez más marcado por las diferencias de clase y la injusticia, pero también donde una nueva generación está surgiendo a la lucha política. El PRT se compromete a impulsar y promover esta convergencia para refundar el programa de los socialistas, su nueva identidad y avanzar en el reagrupamiento orgánico de la izquierda socialista mexicana.